“Si las autoridades no logran defendernos y cuidarnos como deberían, nosotros mismos lo tenemos que hacer”, reflexiona Francisco Torres, presidente del Consejo Barrial de la ciudadela Sagrada Familia, que hace referencia a la inseguridad que sufren las familias guayaquileñas, pero existe unidad en el barrio para hacerle frente al problema.

Tal como lo ha contado EXPRESO en una serie de reportajes, la sensación de inseguridad que hay en la ciudad no solo afecta a los distintos gremios comerciales y productivos que buscan soluciones para continuar trabajando con normalidad, ni es una problemática en la cual solo la academia busca alternativas para acabarla, sino también decenas de barrios de la ciudad se suman a la búsqueda y aplicación de soluciones para disminuir el índice de asaltos y asesinatos.

Solo en la Zona 8 (Guayaquil, Samborondón y Durán), entre enero y septiembre se registraron 19.665 actos delincuenciales y 2.315 muertes violentas (corte 10 de noviembre). Cifra que, en referencia al mismo período de 2022, tuvo un considerable incremento. El año pasado se registraron 16.101 reportes de robos y 1.265 homicidios. Esta situación pone en alerta principalmente a los líderes barriales que buscan sus propias soluciones.

Rebecca Vera, principal del Consejo Barrial de Sauces 1, relata alguna de las medidas que han tenido que tomar para darle vida al vecindario. “Teníamos parques completamente abandonados que eran guaridas de consumidores y ladrones. Nosotros nos encargamos de pintarlos, arreglarlos y darle vida para que las familias puedan salir a reunirse y dejen de ser un sitio para delinquir”, cuenta la moradora al asegurar que todo se hace con donaciones de los vecinos. “Es nuestro parque y todos lo cuidamos, si vemos a algún consumidor nosotros mismos vamos y lo sacamos”, resalta orgullosa.

Otra de las actividades que se realizan para brindar seguridad al vecindario es que los mismos vecinos vigilan. “Damos rondas en moto. Tenemos a nueve personas que se turnan para estar pendientes de todo, ellos dan vueltas en sus propias motos en diferentes horarios para verificar que no hayan actos delictivos. Se supone que la Policía Nacional debe darnos seguridad, pero ya que no lo hace, nosotros mismos lo hacemos”, comenta Ivonne Pinzón, de la directiva del Comité Barrial. Cuenta que con los recursos económicos generados por bingos, ferias y otras actividades han logrado pagar guardianía privada.

Las gestiones que más se replican en Guayaquil por parte de los líderes barriales son la colocación de cerramientos para evitar la entrada y salida de desconocidos. Una medida que, según los moradores de los barrios, resulta, pero no es suficiente. “Aparte de las rejas, también hemos colocado cámaras de seguridad para vigilar todas las cuadras, si vemos algún movimiento raro, entre nosotros nos alertamos. El vecindario funciona como una gran familia que siempre se ayuda”, señala Rory Sangster, vicepresidente del Comité Barrial de Urdenor 2, sector que ha tenido inconvenientes con las autoridades por la colocación de los cerramientos. “Estas medidas también hacen que el vecindario se conozca y se una más. Como siempre decimos, el pueblo unido no será vencido”, sostiene sonriente.

En otro sector, como en la Nueva Kennedy, también al norte de la ciudad, se ha conformado hasta un Comité de Seguridad. “Un grupo de vecinos está encargado de aportar en la seguridad del vecindario. Estamos bien organizados para autoprotegernos. Incluso hay horarios nocturnos para el chequeo de cámaras de seguridad”, menciona Francisco Torres, quien critica la poca presencia policial. “Lamentablemente, no se cuenta con la policía. Ellos nunca están para nosotros cuando ocurre un problema. Muy de vez en cuando se los ve dando vueltas, pero parece que solo lo hacen porque son vigilados por el GPS, pero ni siquiera se fijan en las calles, sino que pasan en sus teléfonos. Hay poca y nula atención de las autoridades”, reclamó Torres en espera de que la situación mejore para todos.

En otros cantones como Durán y Samborondón, los vecindarios también se unen para autoprotegerse. Por ejemplo, en el cantón Ferroviario, un grupo de vecinos de La Primavera 1 se organiza para la recuperación de las áreas verdes y con ello devolverle el parque a las familias.

Mientras que en Samborondón, con recursos propios, han logrado adquirir elementos tecnológicos para tener más seguridad. “Hemos invertido en numerosos aspectos de seguridad, tales como seguridad en casas en el río con la instalación de cercos eléctricos, alambres de púas, cámaras, reflectores y un centro de monitoreo con 115 cámaras”, detalla Fernando Huamán, presidente de la ciudadela La Puntilla.

Son las acciones que la ciudadanía toma ante la falta de medidas efectivas de las autoridades que garanticen la paz que tanto se anhela.

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