Ruido
Los centros comerciales o pequeños negocios acostumbran a instalar parlantes afuera de sus locales o a la entrada para llamar la atención de clientes.Christian Vásconez / EXPRESO

El ruido, una norma en letra muerta

El centro es el sector que más violenta la ordenanza, según el Cabildo. En los barrios populares no se denuncia

Al estilo Guayacán, con salsa a todo volumen, o con un reguetón ensordecedor, los grandes almacenes y pequeños negocios situados a lo largo de las calles García Avilés, Vélez y Luque, a pocas cuadras del Municipio, ofrecen sus productos a través de altoparlantes afuera de sus locales, o simplemente “animan” el sector con música en alto volumen. Una situación que también se observa a lo largo de la avenida Baquerizo Nazur, en la Alborada, norte de la ciudad, donde los altavoces afuera o a la entrada de comercios le dan la bienvenida al cliente o transeúnte, que en algunos casos debe evitar tropezarse con el parlante y taparse los oídos por el exceso de ruido.

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Hace menos de una década, Carla Vásquez comenzó a sufrir las consecuencias de vivir en un barrio bullicioso, en el norte de la ciudad. Aunque en ese entonces buscó ayuda de autoridades para denunciar la bulla que generaban vecinos, le indicaron que ese tipo de ruido (doméstico como le dijeron) no se podía sancionar. Respuesta que la llevó a buscar otro sector más tranquilo por el bien de su salud física y mental, aunque se dio cuenta de que muchos sectores de la ciudad conviven con niveles altos de ruido que ya hasta se han normalizado.

¿Pero a qué se considera ruido? La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como cualquier sonido superior a 65 decibelios (dB) y se vuelve dañino si supera los 75 dB, y doloroso a partir de los 120 dB. Carla no sabe con exactitud cuántos decibelios generaba el ruido que todos los días causaban alrededor de su vivienda con parlantes en alto volumen o los quehaceres ajenos que la levantaban de un solo vuelco de la cama, lo cierto es que para ella eso le generó daño en sus oídos.

Ruido
En algunos locales colocan los parlantes en las aceras, lo que interrumpe el tránsito normal de peatones que muchas veces tienen que ir por las aceras para pasar.Christian Vásconez / EXPRESO

Aunque desde 2014 existe una reforma a la Ordenanza para Prevenir y Mitigar el Ruido en el cantón Guayaquil, justamente para prevenir y sancionar excesos en el ambiente, la norma queda en letra muerta especialmente en barrios populares donde impera el “yo hago lo que me da la gana”, porque no existe ningún control al respecto, señala Mery Mera, quien vive a una cuadra de la avenida Abdón Calderón, en El Pedregal, uno de los sectores más ruidosos del sur y donde el alto tráfico vehicular, las tricimotos, las bocinas y los llamados con altoparlantes son el pan de cada día en esa zona del Guasmo. “Realmente uno se acostumbra a la fuerza, porque se vuelve normal. No existe ningún control sobre eso, es a diario”, señala la mujer, quien asegura que otros familiares viven de cerca la bulla de gente ‘fiestera’, lo que es ‘normal’ en cooperativas aledañas y que no dejan dormir especialmente los fines de semana.

AfectaciónSegún la Organización Panamericana de la Salud (OPS), más de 1.500 millones de personas a nivel mundial experimentan algún grado de pérdida auditiva. 

Luis Suárez, director ejecutivo de Conservación Internacional en Ecuador, reconoce que en Guayaquil “existe mucha contaminación por ruido que debe ser evaluada y controlada mediante la creación y aplicación de ordenanzas municipales (lo que ya existe) con la activa participación de la ciudadanía, ONG y la academia.

CastigosVeinte sanciones a locales comerciales y a residenciales ha aplicado el Municipio, en este año por incumplir la ordenanza.

“Cuando hablamos de contaminación, a veces olvidamos que una de las contaminaciones más persistentes y más agudas está ligada al ruido y por diferentes causas, desde el uso exagerado del pito, motores sin silenciador, el ruido en la calle que ponen a veces almacenes que parece que estuvieran compitiendo quién pone el volumen más alto; todo eso va constituyendo un ambiente cada vez más ruidoso que genera problemas de salud pública”, explica Suárez.

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La Dirección de Ambiente y Preservación de Áreas Verdes del Municipio reconoce que la contaminación acústica provoca problemas de salud.

Entre mayo de 2019 a agosto de 2022 esa dependencia atendió a un total de 337 denuncias por motivo de contaminación acústica provocados por pequeños y medianos establecimientos, como talleres mecánicos, salones de eventos, gimnasios, locales comerciales, discotecas, entre otros, según un último reporte. Esta cifra a la ciudadanía le parece pequeña. “No es nada, es ínfima comparada con todo el ruido que a diario causan los locales, los vehículos, las viviendas. Aquí nadie controla nada. La sanción ni la ejecutan. El Municipio puede decir que actúa, pero no lo hace. Todo queda en palabras o en monitoreos mínimos que no solucionan el problema, horrible por cierto, con el que convivimos”, se queja Analía Sabando, de Álamos Norte.

En lo que va del año se han ejecutado en total 20 sanciones a locales comerciales y residenciales, según la Dirección de Justicia y Vigilancia. Xavier Narváez, director de esa área, manifiesta que la mayoría de violaciones a la ordenanza se registran en el sector céntrico, donde existen almacenes de venta de electrodomésticos y equipos musicales. Reconoce que la problemática también se ha detectado en barrios donde se realizan fiestas particulares.

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¿Cuáles son las sanciones que se han aplicado? En el caso de locales comerciales se procede a la clausura de los negocios y multas hasta de un salario básico unificado, señala el funcionario; mientras que, añade, en los barrios donde se realizan las fiestas particulares se procede a generar procesos administrativos sancionadores con multas hasta de un salario básico.

¿Y cuál es el control que se aplica en los barrios populares, que es donde más se incumple la norma y la ciudadanía no denuncia por temor a represalias porque muchas veces son sus vecinos los escandalosos, o desconoce que existe una ordenanza contra esa bulla? En este caso, dice Narváez, necesariamente se deberá realizar la denuncia manteniendo el anonimato, para que ellos -como el ente sancionador- procedan conforme a la ley.

Una denuncia que muchos prefieren evitar para no exponerse a otras consecuencias, pero esperan que las autoridades actúen con controles eficaces. Lo cierto es que esa exposición a ruidos por encima de lo permitido lo que va a producir es un daño irreversible de las células ciliadas del oído interno de manera progresiva y de carácter irreversible, explica la doctora Fátima López, otorrinolaringóloga.

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Según la experta, actualmente hay muchos pacientes desde muy jóvenes con trauma acústico. Esto, más que nada porque se exponen por largas horas a la música con auriculares y a gran volumen. “También está en las ciudades como Guayaquil con gran cantidad de buses que pitan constantemente de manera irresponsable. Con el tiempo, personas que viven en áreas de gran tráfico también se les podría dañar sus oídos”, concluye la experta.

Frente a ello, la ciudadanía exige al Cabildo actuar. “Salgan en las noches a ver cómo incumplen. Recorran, pisen la calle y vean cómo la contaminación está en cada rincón de la ciudad”, se queja Amanda Caicedo, habitante de Urdesa.