planteles descuidados
En la unidad educativa fiscal Dolores Cacuango, ubicada en Las Orquídeas, el mobiliario arrumado en las aulas se está deteriorando y oxidando.Freddy Rodríguez / EXPRESO

Los planteles fiscales tendrán mayor dificultad para regresar a la presencialidad

Los daños en sus instalaciones les impide recibir a estudiantes. Varios locales han sido desmantelados por el hampa. Los padres ayudan con la limpieza

A María Fernanda Pesantes le gustaría que sus dos hijos, de 15 y 17 años, regresen a las actividades escolares de manera presencial, una vez que ya han sido inmunizados contra la COVID-19. Sin embargo, tiene miedo que ellos adquieran alguna enfermedad provocada por el mal estado e insalubridad en que se encuentran las unidades educativas fiscales.

Algunos planteles registran deterioro en su infraestructura, instalaciones eléctricas o tuberías de agua. Otros han sufrido robos de bancas, batería sanitarias, computadoras y hasta de paredes y techo.

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Esta situación deja al descubierto que no todos los 14.000 centros educativos públicos del país tienen las condiciones para recibir a estudiantes y docentes, ante el regreso obligatorio y progresivo a las aulas de clases, a partir del 22 de noviembre, que además dependerá del avance de la vacunación en cada cantón, que debe cubrir al 85 % del alumnado.

En la Zona 8 que abarca los cantones Guayaquil, Durán y Samborondón hay 1.564 planteles. De ellos, 550 son públicos y el 8 % no está apto para regresar a las aulas, según reconoce la Subsecretaría de Educación. La entidad también destacó que el 42 % de estudiantes de entre 12 y 17 años ha recibido la segunda dosis contra el coronavirus.

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Los padres de familia se han unido para desarrollar mingas de limpiezas en las escuelas donde estudian sus hijosFreddy Rodríguez / EXPRESO

Durante un recorrido realizado por varios centros educativos públicos de la ciudad, EXPRESO constató lo descuidado que estos se encuentran, ya que en los 20 meses de pandemia no todos han recibido el mantenimiento adecuado.

Apoyamos con la limpieza de forma voluntaria, pero las autoridades educativas son las llamadas a velar por el cuidado de la infraestructura de los planteles.

Marlene Pimentel, madre de familia

Los planteles más afectados son aquellos ubicados en Monte Sinaí, Sergio Toral, Bastión Popular, en el noroeste; Guasmo e Isla Trinitaria, en el sur del Puerto Principal.

La Unidad Educativa fiscal Julio Estrada Icaza, en la cooperativa Trinidad de Dios, sector Monte Sinaí, ha sufrido robos de las paredes de las aulas prefabricadas que están recubiertas por planchas metálicas, que los hampones han extraído para venderlas como chatarras. También se han llevado parte del mobiliario y cableado de energía eléctrica.

Muchas escuelas no tienen agua en sus tuberías, ni siquiera para que los niños se laven las manos. ¿Cómo ellos van a mantener las condiciones sanitarias?

Maritza Caamaño, madre de familia

Las autoridades educativas se olvidaron de los colegios durante la emergencia sanitaria; mientras que la Policía no ha cumplido con la tarea de resguardar los bienes públicos”, manifestó Carmen Zambrano, madre de familia.

Ella recuerda que antes de la pandemia los padres colaboraron para la pintada del plantel y adquisición de bancas. “Me parece injusto que nuestro esfuerzo no haya servido de nada”, recalca Zambrano.

Queremos que existan las medidas de bioseguridad para los alumnos e inversión en la infraestructura, sobre todo, en los servicios básicos como el agua potable.

Hilario Beltrán, presidente del gremio de los maestros

A pocos kilómetros, en la cooperativa Realidad de Dios, está la escuela fiscal Luis Fernando Martínez, cuyas aulas y puertas siguen cerradas. Desde las rejas se pueden observar las bancas arrumadas y llenas de polvo; algunas están destruidas, al igual que el material didáctico. Las baterías sanitarias no sirven y tienen problemas con el suministro de agua.

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“La maleza que hay en el patio atrae mosquitos y otros insectos”, se queja Cecilia Cedeño, otra madre de familia, quien reprocha que durante la pandemia no se realizó el debido mantenimiento en la infraestructura del plantel. Aunado a esto, los delincuentes aprovecharon la ausencia del personal para cometer actos delictivos y llevarse los implementos educativos.

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Los delincuentes se han llevado las puertas, pupitres, baterías sanitarias, material didáctico, etc., del colegio público Julio Estrada Icaza, en Monte Sinaí.Freddy Rodríguez / EXPRESO

El mismo panorama se observa en el campamento Dolores Cacuango, ubicado en la ciudadela Las Orquídeas, donde el techo de la edificación se ha desplomado y los pupitres de metales están arrumados y oxidándose.

En el colegio Monseñor Leonidas Proaño, en Flor de Bastión, los delincuentes se llevaron los cables de luz incluyendo los que estaban conectados a las cámaras de videovigilancia que en 2019 fueron adquiridos con recursos de los padres.

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“Hicimos un esfuerzo para instalar los equipos, pero durante la pandemia los amigos de lo ajeno ingresaron al plantel y se llevaron los cables, las llaves de los baños y los tumbados de las aulas”, enfatizó Mónica Soriano, madre de dos escolares. Ella recalca que así es imposible que envíe a sus hijos al plantel.

EstudiantesEn el país hay cerca de 4’400.0000 alumnos. Más de 700.000 han retornado a la presencialidad desde el 7 de junio pasado.

En cambio, en la escuela Agustín Guerrero Lizarzaburu, en la cooperativa Sergio Toral, los baños y bancas están en mal estado, mientras que las paredes están a punto de caerse. Los representantes han logrado recolectar dinero y reparar ciertos salones, pero mencionan que las autoridades deberían solucionar los problemas. “Hemos pedido ayuda a las autoridades educativas, pero nos han dicho que no hay presupuesto”, puntualiza Luis Terán, padre de familia.