El evidente estado de deterioro de varios parques en Urdesa genera malestar entre los residentes de esta ciudadela. Que ya no son espacios seguros, manifestaron líderes barriales, agregando que el abandono municipal y, sobre todo, la falta de conciencia por parte de la comunidad, son realidades alarmantes que propician su destrucción.

Estas áreas, en lugar de generar un ambiente amigable con los vecindarios, están alejando a las personas y de a poco se convierten en zonas desoladas.

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Sobre las calles Mirtos entre Ficus y Las Monjas está ubicado el parque El Cigarro, tradicional en Urdesa. Hoy, sus árboles enfermos ya no brindan sombra a los transeúntes.

Washington Arreaga caminaba por esta plaza la tarde de este lunes 1 de abril. En el interior de la glorieta, dos personas que laboran entregando productos a domicilio descansaban de su jornada.

“El otro día casi me cae esa rama en la cabeza”, dijo uno de los deliverys, señalando el pesado objeto, mientras hablaba con Arreaga y le detallaba el hecho.

Pero no es el único problema que aqueja al parque. Un tronco es utilizado a diario como urinario porque gente que ingresa a libar o lo hace en el interior de vehículos junto a este espacio.

Varios tramos con áreas verdes están destruidos, con restos de desechos sólidos como botellas, platos y cubiertos de plástico o fundas de productos.

“A eso de las 8 y 9 de la mañana, todos los días hay personas que sacan a sus perros sin correa y no limpian lo que ensucian (deposiciones)”, manifestó Arreaga. El mal olor se percibía en diversas zonas del parque.

Asimismo, las estructuras destinadas como juegos infantiles presentan daños. Una resbaladera con huecos en su parte inferior está en desuso. Es imposible que un infante la utilice, por los peligros que representa.

En Ilanes y Costanera, junto a un brazo del estero Salado, está apostado un pequeño parque lineal. Asimismo, los árboles enfermos no pueden dar sombra. Sus bancas de cemento están agrietadas y en algunos tramos el suelo presenta desniveles. A las 14:00 de este lunes, Jhon Fabre compartía unos minutos junto a su esposa y su pequeño hijo. Conversaban y observaban las aves sobre el agua.

No obstante, debido a la fetidez que emana el estero, apenas descansaron diez minutos en el sitio. Enseguida se retiraron, al no poder realizar otras actividades recreativas en este espacio.

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Un guardia daba vueltas en el interior del parque. Las camineras también se encuentran deterioradas. Incluso partes de un muro de contención se han desprendido en la ribera del estero. El escenario es deprimente.

El parque central de Urdesa mantiene varias afectaciones desde hace varios meses. Son notorias aguas verdosas en el pequeño lago artificial en su interior, que alberga varias especies de peces.

Hay grafitis en el cerramiento que contiene el monumento a Víctor Emilio Estrada, mientras que algunas bancas están oxidadas y con su estructura dañada.

Laura Gómez, residente en Urdesa desde hace varias décadas, lamentó el estado de deterioro de estos espacios públicos.

“Se habla de parques muy grandes, donde hay gran inversión, como el de Samanes. Arreglar el de Ilanes y Costanera costaría muy poco dinero. Parece que las autoridades no ven como obligación dar la misma prioridad y atención a los parques de todos los sectores”, refirió la ciudadana.

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Para Eduardo Merchán, morador de Urdesa, la inseguridad también ha propiciado que las personas se alejen de estos espacios. Y expuso también la desidia con la que varios ciudadanos obran a diario. “No solo en los parques, en las peatonales sacan a sus perros para que hagan sus necesidades y luego dejan sucio. La gente tiene que aprender a vivir en comunidad”.

Bolívar Maldonado es líder barrial en esta icónica ciudadela del norte guayaquileño. A él no le parece una idea descabellada que empresas privadas asuman el control de los parques, para su mantenimiento y seguridad.

Coincidió con Merchán en que la actitud de varios residentes no es la apropiada respecto al cuidado de estas áreas.

“La conducta de la gente no ayuda, todo el mundo quiere hacer lo que le da la gana, no hay ningún respeto al prójimo”, refirió Maldonado sobre la suciedad que generan ciudadanos en los parques, sobre todo de las mascotas al pasearlas o de quienes ingresan a libar.

Felipe Espinoza, urbanista, explicó que una manera de reestructurar los parques en Urdesa es desarrollar actividades constantes como ferias, para la recreación de niños y adultos mayores, y que generen un sentido de pertenencia con el entorno.

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