
Quinindé vibró con emoción el título de Willian Pacho en la Champions League
Entre lágrimas y emoción se vivió la hazaña de defensor ecuatoriano del París Saint-Germain
La tarde del sábado 31 de mayo no fue una más en Quinindé. Fue una jornada histórica, llena de emoción, orgullo y alegría desbordante.
El cantón esmeraldeño se paralizó para vivir, a miles de kilómetros del escenario principal en Múnich, Alemania, la gran final de la Champions League.
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En el estadio no solo jugaba el PSG, también lo hacía Willian Pacho, hijo de esta tierra, quien entró en la historia como el primer ecuatoriano en levantar la ansiada ‘Orejona’.
Aliento desde el parque La Brasilia

Desde horas antes del pitazo inicial, la cancha del parque La Brasilia fue llenándose de vida. Familias enteras, jóvenes con camisetas tricolores y del PSG, niños con rostros pintados y ancianos emocionados por ser testigos de un hecho sin precedentes.
El Municipio de Quinindé, consciente de la magnitud del momento, instaló una pantalla gigante que convirtió al parque en un estadio improvisado, donde cada jugada se vivió con intensidad.
Entre los asistentes estaba Paul Castillo, un quinindeño del sector Nuevo Quinindé, que llegó en su silla de ruedas impulsado por el orgullo de ver a alguien de su pueblo haciendo historia.
Paul conoció a Willian Pacho cuando era apenas un niño, cuando aún pateaba balones en las canchas de tierra del cantón. “Desde pequeño se le notaba el talento y la disciplina”, recordaba entre lágrimas. Hoy, verlo en la final de la Champions era para él como ver a un hijo triunfar en el escenario más grande del fútbol.
Cerca del proyector, sentado en el piso con una pelota entre las piernas, Emilio, un niño de apenas 9 años, miraba la pantalla con los ojos bien abiertos. Cada vez que Pacho aparecía cortando una jugada o dando un pase preciso, Emilio aplaudía como si fuera su héroe.
“Yo quiero ser como él”, murmuraba. La imagen de Emilio se repetía en muchos otros rostros jóvenes del parque, inspirados por la figura del tricolor que un día fue como ellos, soñando con llegar lejos desde un barrio humilde.
La euforia fue total con cada gol del PSG. Los quinindeños gritaban, saltaban y se abrazaban como si estuvieran en el estadio mismo. Pero los mayores aplausos llegaron cada vez que Pacho aparecía en pantalla.

Cuando interceptaba un balón o lideraba la defensa, los gritos de “¡Ese es Pacho, carajo!” retumbaban en el parque.
En medio del público también estaba David Valencia, exfutbolista local, quien seguía el partido. “Lo de Pacho es impresionante, está en su punto más alto y todavía tiene mucho por dar”, decía con orgullo.
Cuando el árbitro pitó el final y el PSG se coronó campeón de Europa, el parque estalló. Banderas ecuatorianas al viento, lágrimas de emoción, abrazos interminables. En el rostro de cada quinindeño se dibujaba la felicidad de saberse parte de una historia que se escribió también en las calles de su cantón.
Willian Pacho no solo ganó la Champions. Ganó el respeto del mundo y el corazón de una ciudad que, por una tarde mágica, fue el centro del universo futbolístico.
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