El libre comercio

Ningún gobierno, “país”, políticos o tecnócratas hacen industria, comercio, turismo ni agricultura. Peor los Estados.

Son las personas quienes, en libertad, producen. La reflexión que hace cualquier persona para saber si su negocio le genera ganancia es “costo-beneficio”. No necesita títulos ni grados PhD. Solo sentido común. “Actitud” empresarial.

Cubre gastos personales, familiares, laborales, deudas y ahorra. Cada transacción genera un beneficio. A medida que aumenta la velocidad de sus negocios la ganancia es mayor.

El ahorro es “su capital” propio. El dinero ajeno, cuyo costo es el interés, son “sus finanzas”.

Cada persona o grupo se especializa. Y, comparativamente, es hábil o mejor para su negocio. Tiene ventaja sobre otras personas. Esa ventaja se refleja en su mejor “aptitud” para “su negocio o profesión ” que, en comparación con los demás, determina su “ventaja comparativa”.

“Espontáneamente” cada uno, sin violencia, labora para atender las necesidades de sus clientes (su mercado). No lo hacen por benevolencia ni por caridad. La cooperación material y el bienestar de los clientes dinamiza la demanda y logra más producción que aumenta la oferta. Resultado: relación social positiva. El motivo, para todos, es ganar-ganar.

El comercio nacional o internacional pasa fronteras. Las empresas de igual sector o mercado “compiten” por un mejor desempeño o tienen ventajas sobre las demás. Es decir, tienen “ventaja competitiva”.

El producto, marca, volumen, tecnología, servicio al cliente, ubicación, distribución, infraestructura, exclusividad, innovación, costo y precio final son ventajas competitivas.

Los gobiernos o políticos quiebran negocios (estatismo). Pero se “nutren” de impuestos y riqueza ajena para solventar “sus gastos”. Y ser “nuevos ricos”.

Las aduanas y miles de gravámenes impiden (con ganar-perder) el “libre comercio”, lo que afecta los precios, genera carestía, escasez, en perjuicio de quien paga (el pueblo).

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