Michael Estrada
Michael Estrada volvió a Ecuador después de su paso por México y Bulgariacortesía

Michael Estrada busca el tiempo perdido

Pateando Tachos | El delantero ecuatoriano regresó al país ligero de equipaje, sin ovaciones ni titulares

Un día se enfrentó con la cruda realidad, se endureció, y creció para el oficio que había elegido. En el área maneja el balón con más soltura.

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Regresó al país ligero de equipaje, sin ovaciones ni titulares. En otras canchas la única pena es que la pelota caía lejos y el juego lo hacían otros. En fútbol solo triunfan los que empiezan todos los días.

Michael Estrada conoce los segundos en que se mide la distancia que separa la tristeza de la euforia. Porque el fútbol es la emoción de la incertidumbre. Ariete tradicionalista, más preocupado en recuperar viejos valores que en inventar nuevos, con un exceso de seguridad en sí mismo.

Michael Estrada y Álex Arce no son parientes de sangre, pero sí de ideas. Nadie imaginó que el futuro inmediato en Liga de Quito iba a estar cargado de anotaciones.

Ese grado de complicidad lo convierte en intermediario del gol. Ambos dejaron que el tiempo, sabio y traicionero, ponga las cosas en su sitio.

La dupla ante la duda, va para adelante. Tener compromiso es triunfar sobre el miedo, fracasar es hacer lo que uno no quiere. Estrada hace lo que quiere. Le perdió el miedo a la importancia y al riesgo.

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Al nueve lo persiguen críticas y amores muy meritorios, que esfuerzo le han costado. Aunque la balanza se incline por el lado de los afectos, otros aguardan a que caiga la tarde para ver pasar su cadáver.

Si lo agreden es porque es bueno, le temen. Esa es la implacable lógica del adversario, pero solo hace blanco en los pobres de carácter.

En el área no da pistas equivocadas. Las piernas son palancas largas que le permiten un freno y aceleración violenta. Una cobra que aparece dos veces por partido y mata. Lo golpean y se niega a la lágrima fácil.

No se deja ganar por la euforia ni por la depresión. Responde con carácter, sinónimo de atrevimiento. Un goleador solo tiene razón si los resultados lo acompañan.

Así sucede en este juego, cuando termina dependiendo de una mínima circunstancia casual como es el gol. Michael Estrada prohíbe la felicidad de los arqueros.

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