Michael Morales volvió a Ecuador y fue recibido por el calor de su gente. Tras su destacada actuación el pasado sábado 1 de julio, ante Max Griffin, combate en el que se impuso vía decisión unánime, luego de 3 asaltos, el peleador ecuatoriano celebró con su familia el invicto con el que suma un récord de 15 victorias consecutivas.

Antes de la pelea con Griffin, Morales le dijo a EXPRESO que saltaría al octágono a buscar el nocaut y que la celebración sería con un encebollado, plato típico que no probaba desde hace poco más de un año. A pesar de no lograr acabar con su rival, la victoria fue contundente y este miércoles 12 de julio, la espera por comer saborear nuevamente su comida favorita en el mundo, terminó. 

Con la satisfacción de tener ya tres peleas ganadas en la UFC y estar a un paso de meterse en el ranking de la división de peso welter (170 libras), el nacido en Pasaje se sentó frente a la que hoy es considerada dentro del Top Ten Mundial de sopas en el mundo. Se le hacía agua la boca.

“Se ve bueno, ya quiero meterle cuchara”, fue lo primero que dijo Michael mientras se frotaba las manos. Y es que el peleador tricolor se encuentra radicado en México y comenta que en ese país es muy difícil disfrutar de la comida típica ecuatoriana.

Para Morales, el encebollado “perfecto” se come con chifles, pan, canguil, limón y ají, es decir “con todos los juguetes”. A pesar de que le gustó el que le sirvieron, fue enfático en decir que el mejor es que le prepara su madre, Kathy Hurtado, quien lo esperaba en la provincia de El Oro para seguir consintiéndolo.

La admiración Morales hacia su madre es otro cuento. Por ella siente admiración total, así lo deja claro cada vez que la menciona. “Mi madre es todo para mí, es mi deportista favorita, fue mi primera entrenadora (es judoca) y es por ella por quien yo trabajo, para hacerla sentir orgullosa”, recalca.

La figura de Kathy en la vida de Michael es tan importante que tras los 15 minutos de ‘guerra’ ante Max Griffin, lo primero que hizo fue felicitarla públicamente por haber conseguido la medalla de oro en el Panamericano de Judo de Veteranos que el mismo día de su pelea se desarrollaba en Guayaquil. “En ese momento estaba feliz por la victoria, pero el orgullo por ella me ganó”, confiesa.

Michael es consciente de que a su corta edad ya brilla dentro de la empresa más importante de artes marciales mixtas del mundo; sin embargo, se mantiene enfocado y sigue trabajando en su evolución como peleador. “Aún no he conseguido nada, lo importante es mantener los pies en la tierra, soy muy joven, tengo mucho por aprender”; comenta el deportista de 24 años, mientras pide que le den más chifles para terminar de disfrutar su encebollado.

La racha de 3 victorias consecutivas en la UFC le dará la oportunidad de conseguir enfrentamientos contra rivales de mayor peso, para así escalar hasta lograr su objetivo: ser campeón. “Yo sé lo que puedo conseguir, estoy rodeado de las personas correctas; mis entrenadores me guían de la mejor forma, en cada pelea soy mejor”, dice.

La Araña contó que intentó noquear a Griffin, pero su resistencia a los ataques fue muy buena. “Yo lancé mis mejores golpes, pero aguantó bien, creo que me faltó entrar más en el intercambio, pero debía cuidarme porque pega duro, con su mano derecha me inflamó el ojo”.

En cuanto a su futuro dentro de la compañía dijo que su contrato era por 3 peleas, de ahí que ahora está en negociaciones con UFC para un nuevo acuerdo y espera pelear una última vez este año, en diciembre.

• SU FUTURO

“Se está trabajando para cerrar un trato de 4 combates más, mi intención es quedarme dentro de UFC y ser el primer campeón ecuatoriano”, apostilló mientras Michael se pega la última cucharada de su encebollado, que sin duda sabe mejor con la victoria.

Cerró agradeciendo a EXPRESO por el gesto, pero dijo que le falta “pegarse” unos 10 platos más. “Esperemos que en unos años nos comamos otro, pero como celebración del título mundial”, sentenció.