Actividades. Las terapias de yoga se realizan en el Centro de Rehabilitación Social zonal 8.

El yoga, una alternativa para la rehabilitacion

Según un estudio de la Universidad de Harvard, la práctica del yoga tiene beneficios en la salud mental y física de los seres humanos.

Al final de la clase se sentaba. No conversaba con el resto, ni siquiera les sostenía la mirada. Sin embargo, aquel día la maestra conocería por primera vez su voz. “No socializaba con nadie y un día se me acercó y me dijo: ‘Miss, anoche tenía ganas de matar a alguien, hice las respiraciones que usted me enseñó, me calmé y me quedé dormido. Gracias’ y se fue. A los días ya conversaba con un compañero y después lo vi que también saludó a un guardia. Cambió totalmente”, relata Romina Macías, maestra de yoga para los privados de libertad (PPL).

Aquel joven es uno de los PPL de máxima seguridad que participan en las clases de yoga que se instauraron en el Centro de Rehabilitación Social zonal 8, desde principios del 2018. La docente a cargo de esta práctica, a quien los presos cariñosamente llaman “la mamá de los leones”, confiesa que el propósito es que “los presos aprendan a canalizar sus emociones”.

Jorge (nombre protegido) concuerda con ella. Según el detenido, desde que acude a las jornadas de meditación y relajación responde de manera diferente. “Mi mamá está feliz porque yo tenía mucha ira y ahora tomo de otra forma las cosas. Por ejemplo, cuando me da una mala noticia”.

Los impases entre los privados de libertad, ya sea que vayan desde una discusión hasta empujones, son situaciones frecuentes en la cárcel, según Gina Godoy, coordinadora de la zona 8 del Ministerio de Justicia. “Pero en la población que hace el proceso de yoga esos impases han desaparecido”. Y aunque asegura que al principio esto le parecía una propuesta ambiciosa y un reto bastante grande, ahora considera que si la Dirección de Acción Social (DASE) realiza las propuestas, esta actividad se podría replicar en los otros centros penitenciarios.

Debido a su peligrosidad, para los privados de libertad de máxima seguridad existe el sistema de 23 horas dentro, una de patio. Pero las clases de yoga son una actividad adicional a los 60 minutos de esparcimiento que tienen fuera de sus celdas. Además, no a todos se les permite participar. El mecanismo de selección se basa en el antecedente de buen comportamiento que ellos tengan. Por eso, todos los reclusos a los que Diario EXPRESO entrevistó concordaron en decir que mantienen esa actitud para permanecer dentro del curso de yoga.

“Ahora pensamos dos veces antes de hacer las cosas porque no queremos perder la oportunidad de estar en el programa. Antes actuábamos y no se pensaba; ahora se analiza, piensa y se medita lo que vamos a hacer. Esta clase nos ayudó para reaccionar de otra manera” manifiesta uno de los reclusos.

Si bien es cierto las sesiones duran, en promedio, una hora, varios de los privados de libertad dicen que para ellos la clase continúa incluso en las madrugadas. “A veces en las noches no podemos dormir, tenemos ansiedad y practicamos los ejercicios” explica otro de ellos.

Hay dos instructores de yoga que dictan cuatro sesiones diarias y en cada una de ellas participa una media de 30 personas. Es decir, aproximadamente 240 reclusos se benefician del proyecto, según Pedro Pablo Duart, director de la DASE y uno de los mentalizadores de la iniciativa.

Y es que mediante el yoga, estos PPL pueden saborear la libertad, por lo menos mentalmente.