La vuelta y el gol olimpicos nacieron con el futbol sudamericano

La vuelta olímpica se dio al término del partido final de las Olimpiadas de París el 9 de junio de 1924, en el cotejo jugado entre Uruguay y Suiza, que ganó el combinado sudamericano por 3 a 0.

Al final, las ovaciones del público fueron interminables, ya que el equipo uruguayo había llegado con poca publicidad y sin ser favorito. Los charrúas entonces, en agradecimiento con los fanáticos parisienses, circularon por el estadio, entre vítores y saludos, sin saber que nacería de esta forma la vuelta olímpica.

El gol olímpico vino ese mismo año, cuatro meses más tarde, un 2 de octubre de 1924, en la cancha del Deportivo Barracas, en Buenos Aires. Las selecciones de Argentina y Uruguay jugaron un partido amistoso que finalmente fue ganado 2-1 por los locales.

En este mismo encuentro, a los quince minutos de juego, se anotó el primer gol olímpico, del botín de Cesáreo Onzari, que con un tiro de esquina que agarró ‘comba’ la embocó con efecto en el arco de manera directa.

Gracias a una reglamentación recién implementada, el referí hizo válido el tanto, llamado al principio como ‘gol a los olímpicos’ para luego acuñar el nombre más corto de ‘gol olímpico’.

A lo largo de la historia estos tiros han sido ejecutados por jugadores de destreza excepcional, y en el fútbol ecuatoriano fue hecho en tres ocasiones por el mismo jugador, el argentino Aníbal Silveira, que jugaba para el Everest y luego para Emelec y que pareció haberle agarrado el golpe, allá por la temporada de 1952-1953.

Así también lo hizo el 3 de junio de 1962 en el Mundial de Chile el colombiano Marcos ‘Muñeco’ Coll, que anotó el único gol olímpico en la historia de las Copas del Mundo hasta la fecha.

Y así fue como la vuelta olímpica quedó acuñada en los corazones de la hinchada, como un gesto de agradecimiento que se comparte con todos, alrededor de la cancha... sin dejar ni un rincón descontento entre los aplausos que estremecen el estadio.