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Viteri propone crear cinco centros de rehabilitacion

La propuesta de Viteri surge de su experiencia como asesora municipal de Gestión Social. Ella elaboró un plan para atender a dos mil jóvenes afectados por la adicción.

Cynthia Viteri Jiménez tiene 53 años. Casada. Tiene cinco hijos. Es abogada y comunicadora social. Tiene un doctorado en Jurisprudencia y un posgrado en Derecho Constitucional.

Superar el modelo que promulga quien fuera su principal formador político, el alcalde Jaime Nebot, será el reto de Cynthia Viteri, de ganar las elecciones el próximo 24 de marzo.

Para la candidata por el Partido Social Cristiano (PSC)-Madera de Guerrero, el punto de partida para su administración es la lucha contra las drogas, un problema que, a su juicio, tiene a la juventud como su principal víctima.

Por ello enfrentará el consumo de sustancias mediante la construcción de cinco centros gratuitos de rehabilitación, que estarán ubicados en Chongón, El Salitral, Guasmo, Flor de Bastión y Posorja. Cada establecimiento, que además de atención médica, dará asistencia terapéutica y apoyo psicológico, tendrá capacidad para 600 pacientes por año.

Según Viteri, quien como medida de prevención solicitará a la Asamblea Nacional que se deroguen de una vez por todas las tabla de consumo, con su propuesta se desintoxicará al paciente y paralelamente se lo capacitará para reinsertarlo a la sociedad.

Aunque la candidata no deja claro si el servicio que otorgará es ambulatorio o incluye proceso de internamiento, y tampoco da cifras de cuál será el monto de la inversión, asegura que los costos están establecidos. “La cifra no será alta porque en el caso de la infraestructura recurriremos también a contenedores portuarios. Además trabajaremos en alianza público-privada, como por ejemplo, con las universidades que podrían colaborar con especialistas”, especifica.

Viteri complementa la propuesta con la aplicación de nueva tecnología de seguridad, que incluye la identificación facial (rayos infrarrojos) y un análisis que permite detectar los patrones de movimiento para lograr la captura de quienes hayan cometido algún hecho ilícito, como el microtráfico.

Pero su proyecto, si bien se enfoca en uno de los principales problemas que acechan a Guayaquil, a decir de los especialistas, no convence del todo; especialmente por el tipo de infraestructura que prevé utilizar.

Para el arquitecto Johnny Cóndor, experto en construcción de infraestructuras, el uso de contenedores no es lo adecuado para este tipo de obras, al menos para espacios destinados a los pacientes. Explica que el depósito al ser metálico atrae el calor; además resulta angosto, ya que promedia los 12 metros de largo, 2,50 de ancho y los 3 metros de alto; lo que resulta incómodo para el usuario.

“El contenedor portuario requiere recubrirse de un aislante, que representa una alta inversión. Solo es ideal para oficinas y pequeños locales, pero en salud no es lo indicado”.

Cóndor indica que para el paciente que requiere de asistencia médica y psicológica son ideales los locales amplios, ventilados y adaptados con la naturaleza. Factores que precisamente, advierte, no se estarían tomando en cuenta.

Para el obispo Alfredo Loffredo, quien tiene 22 años de experiencia en farmacodependencia, aunque la iniciativa de Viteri es oportuna, aún hace falta focalizar más el trabajo, creando comunidades terapéuticas o Centros Especializados en Tratamientos de Adicciones (Cetad), que sigan determinados protocolos de atención y un plan de trabajo.

“En el país, son pocas las clínicas que cuentan con los espacios, la capacidad y el talento humano acorde a los estándares requeridos”, precisa Loffredo, quien dirige una fundación que lleva su nombre y ayuda a pacientes con problemas de adicción.

A su criterio, los pacientes deben permanecer internados de seis meses a un año, completamente aislados de la calle. Para tratar las drogas, no basta poner un suero y dar pastillas, indica. “Esto requiere de un tratamiento integral”.

De ser ambulatoria el tipo de terapia que Viteri promueve, entonces -piensa- los resultados no serán satisfactorios. “De diez pacientes que quieren recuperarse de esa manera, nueve siguen drogándose”, advierte.

Leonidas Vásquez, padre de un joven que vive sumergido en la adicción hace un año, concuerda. “He rogado porque lo internen porque mi hijo lo necesita. Lleva cuatro meses recibiendo tratamiento ambulatorio y cada vez lo veo peor. Sigue escapándose de casa y robando para consumir. Eso no sirve”, se queja Vásquez, quien cree que la solución es contar con un gran centro donde puedan internarse los casos más complejos.

Entre las propuestas de Viteri también constan la instalación del botón de pánico personal y el hecho de reducir hasta en un 75 % una multa de tránsito, si el infractor se somete a horas de entrenamiento semanal.