En la Carlos Julio Arosemena, los transeúntes se ven forzados a caminar al filo de la calle, poniendo incluso en riesgo su vida.

Las veredas ya no son lugares para peatones

En Guayaquil falta espacio para caminar z Las aceras son angostas e incumplen con normativas z Las rampas también son escasas

Postes, señales de tránsito, jardineras, tachos de basura, rampas y árboles instalados en medio de las aceras son algunos de los obstáculos más comunes que los peatones y personas con capacidades reducidas deben evadir a diario en la ciudad.

Esto, sumado al desnivel del piso de muchas de ellas o al espacio angosto que hay entre la pared de la vivienda y la calle que no permite, en algunos casos, ni el paso de un niño pequeño.

“Son sumamente estrechas e irregulares. Tienes que andar subiendo y bajando rampitas o deteniéndote para dar paso o que te den paso. No es posible que sigamos así”, menciona Julio Méndez, quien todos los días debe caminar por la avenida circunvalación sur, en Urdesa, para ir a la universidad.

Graciela Zambrano, quien también habita en el norte, asegura que se le hace complicado caminar cuando va o regresa del trabajo. “Algunas están en pésimo estado, y si caminas en tacones altos (como en mi caso) es un peligro. Mejor por la calle con los ojos bien abiertos para que no te pase nada”, recalca.

En un recorrido realizado por este Diario se pudo constatar que incluso en las zonas regeneradas, como en Urdesa y en ciertas calles del centro, existen elementos que impiden la libre circulación.

“Si intentas movilizarte en andador o en una silla de rueda, simplemente te matas; o bien porque no hay rampas o porque estas son muy empinadas. Definitivamente en Guayaquil ha faltado planificación urbana”, lamenta Esther Gutiérrez, habitante de la ciudadela El Paraíso, una de las afectadas por el problema.

“Para subir o bajar, te toca agarrarte -no importa la edad- de las paredes. Y es que son tan angostas, tan irregulares, que escapas de irte de boca”, advierte Zoila Altamirano, también residente.

Dennis Maroto, presidenta de la Fundación AndarEq, asegura que la ciudad no está hecha para poder transitar adecuadamente y pone un ejemplo. “En muchos lugares puedes ver el nivel que hay entre la acera y la vía, por donde pasa el carro, con ese alto difícilmente una persona que va en silla de ruedas va a poder trasladarse o bajarse de una manera independiente”.

La especialista ve a la peatonización de algunas calles, como las del centro más cercano al Malecón, como la opción más viable para empezar a recuperar el espacio público y que los guayaquileños sientan a la ciudad como suya. Una iniciativa que ya fue estudiada por alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil, quienes creen que priorizar la circulación del peatón y del ciclista por la avenida Malecón y otras cercanas puede contribuir a reavivar el centro de la urbe.

“Nuestras propuestas están encaminadas a devolverle la vida, la residencialidad que se ha perdido en el centro. Queremos que el transporte público salga de la avenida Simón Bolívar y esta se haga peatonal, para bicicletas o taxis”, explicó a EXPRESO durante su presentación la arquitecta Marcela Blacio, docente universitaria y directora del proyecto.

Para la urbanista Sharon Rodríguez, quien hace poco analizó problemas como estos en la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia, el evento más importante del mundo en este campo; la problemática surge porque en la ciudad aún se prioriza al vehículo y no al peatón.

“Sería viable que el Municipio establezca los criterios y normativas viales en base a la construcción de aceras caminables con anchos más que mínimos, acompañados de campañas de educación social para el cuidado del espacio público”.

El urbanista Héctor Hugo, creador del Proyecto Delta, que pretende darle solución a la problemática, piensa de forma similar. “Para el ancho de las aceras, los cabildos aplican las ordenanzas viales de acuerdo al tipo de vía... Sin embargo, definen los mínimos. Y es ahí donde entra lo que denominamos una cultura de planificación robotizada”. Una cultura que, explica, impide que se pueda ver las aceras como un sistema holístico que debe también tomar en cuenta el ambiente, la sombra para los usuarios, la iluminación adecuada, los trazados para movilidad sostenible (ciclovía).

La arquitecta Lisbeth Mena también le apunta a la educación como eje importante del cambio. “Los ciudadanos no están conscientes de las dimensiones del problema de movilidad que tiene Guayaquil y cómo este afecta nuestra salud, nuestra calidad de vida. Hay que trabajar en ello”, asegura.

La también máster en Ciudad y Arquitectura Sostenible menciona que las autoridades deben aprender de los errores y aciertos de otras ciudades. “Para qué seguir invirtiendo en infraestructura vial cuando está comprobado que solo hará que el problema de sobrepoblación vehicular aumente”.

Para Hugo, el Municipio en conjunto con la ATM deben detectar a corto plano los obstáculos de las aceras, las alturas -por ejemplo- para reducirlas. “En los países con mejor índices de movilidad las aceras tienen un promedio de cinco centímetros de altura, en nuestro medio es común que alcancen los quince o veinte”, manifiesta, al tiempo que hace hincapié en la idea de que las autoridades deben a largo plazo planificar sin tener la necesidad de colocar las normas como camisa de fuerza. “Debe existir un estudio serio en el área que se va a intervenir y aplicar diversas propuestas, como la reducción de cotas y bordillos”.

Barrios

El Seguro

En el barrio del Seguro, ubicado al sur de la ciudad, las aceras no han sido tocadas en casi cinco décadas. Estas permanecen rotas, desgastadas y con los bordillos rotos. Es común, afirman los residentes, que a diario se generen caídas.

Samanes

En este vecindario del norte, así como en ciertas etapas de Sauces y la Alborada, además de la Kennedy, todas zonas bastante aglomeradas, los bordillos son demasiado altos y faltan rampas. Asimismo hay mobiliar urbano que obstaculiza el paso de peatones.

C.J. Arosemena

En esta avenida, las aceras son tan angostas que los peatones se ven obligados a circular en plena vía. En horas pico, incluso a los estudiantes de los colegios de los alrededores se los puede ver abriéndose paso entre los autos.

Autoridad de Tránsito Municipal

“El peatón es nuestra prioridad”

A diferencia de lo que dicen los especialistas, para la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), los peatones, personas con movilidad reducida y los ciclistas son una prioridad.

Así lo manifiesta el jefe de planificación de la entidad, el arquitecto Freddy Granda. “Tenemos la pirámide de la movilidad en donde primero está el peatón, luego el ciclista, el servicio de transporte público y el último es el automóvil particular y estamos cumpliendo su objetivo”.

El directivo admite que hay una serie de veredas que no cumplen con las normas, incluso las regeneradas, pues cuando se construyeron no se tomaba en cuenta al peatón. Sin embargo, asegura que ahora se coordina con Fundación Siglo XXI y con Obras Públicas municipal para realizar adecuaciones o incluir a más veredas en la regeneración.

“Antes de que se creara la ATM (2015) era muy difícil ver rampas peatonales en las esquinas, ahora estamos coordinando para que se instalen. Las nuevas avenidas regeneradas ya cumplen con las disposiciones”, menciona.

Uno de los problemas que más deteriora a las veredas, según el jefe de planificación, es el uso de estos espacios para realizar trabajos o como estacionamiento.

“Las personas tienen que hacer conciencia de que al subir el carro en la vereda la daña. Hay talleres y negocios que utilizan el espacio del peatón como parte de su mobiliario y eso obliga al transeúnte a usar la calle”.