finca La Soledad
José Ignacio Jijón cuenta con orgullo los detalles de este reconocimiento.Henry Lapo

La Soledad, la  finca agroecológica que es el alma del café ecuatoriano

La productora orgánica es galardonada por los Premios Sprudgie, los 'Oscar’ del café. El propietario habla del reconocimiento

Oculta en la cima de una montaña está la finca La Soledad. Su nombre no es una casualidad, fue elegido justo por su ubicación dentro de la frondosa espesura del bosque nublado del valle de Intag, en Imbabura. José Ignacio Jijón, su propietario, llegó hasta el sitio hace más de una década. Había sobrevivido a un accidente de moto que lo dejó con una muñeca fracturada y que puso un fin a su carrera como montañista. “Lo que quería era sembrar árboles y alejarme del mundo”, recuerda.

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Sin embargo, su paso por el tan ansiado anonimato llegó a su fin recientemente, cuando fue designado como ‘Productor de Café Destacado’ por los Premios Sprudgie, considerados como los ‘Premios Oscar’ del café. “Es un premio muy importante para nosotros porque éramos la finca más pequeña del país más pequeño. Nos ha llenado de mucho trabajo, más del que normalmente tenemos, pero es un reconocimiento al trabajo. Lo que más me llena es poder poner al café ecuatoriano en el mapa, y que en la comunidad, la gente esté muy orgullosa y siente curiosidad por lo que estamos haciendo”, señala.

La intensa subida hacia la finca da paso a un paraíso terrenal. Árboles, plantas, flores y cafetales adornan el intenso paisaje. Pero no siempre fue así. Jijón recuerda que cuando llegó a Intag, ni siquiera bebía café. “Yo pensaba que el único café que había era el oluble, y me parecía horrible”, cuenta. “Me recomendaron sembrar café, porque el clima es bueno para eso, pero no me interesaba mucho. Vino mi papá, me ayudó y finalmente cedí, pero no nos fue bien. Cuando estábamos a punto de quebrar con el café, fuimos a una feria internacional y nos gustó muchísimo. Desde ahí la historia cambió”, revela.

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Según la Asociación de Cafés Especiales del Ecuador (Acede), otras tres fincas han recibido estas distinciones desde 2018 entres ellas La Papaya,HENRY LAPO

El cultivo en La Soledad empezó con las variedades de Typica y Cidra, clásicos del país, y ha ido sumando otras variedades. Pero para Jijón, la preocupación principal es que La Soledad se mantenga como una finca agroecológica.

“Me encanta que el follaje sea totalmente natural y hemos puesto muchísimo esfuerzo en que nuestros métodos sean similares a lo que ocurre naturalmente. Eso implica mucho trabajo y esfuerzo, por eso los precios para los productores deben ser justos, no como normalmente se lleva a cabo, donde quienes cultivan son los que menos ganan”, dice.

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Desde que obtuvieron el premio han recibido a numerosos visitantes locales y extranjeros que buscan conocer más sobre su propuesta, algo que coordinan a través de sus redes sociales. A pensar en el futuro, no obstante, Jijón lo tiene claro.

“No tengo ninguna ambición de crecer más o de hacerme millonario. Lo que quiero es seguir haciendo un buen café y seguir dando a conocer el café ecuatoriano en el mundo”.

De las montañas a los cafetales

“Durante las primeras cosechas quería salir llorando de aquí”, recuerda Jijón. “Sembraba mal, calculaba mal los ciclos, las plagas se me comían todo, fue un enorme reto”, recuerda.

Atribuye su perseverancia al montañismo, deporte que practicó hasta 2010. Hasta ese momento, el quiteño, psicólogo e hijo de un diplomático, había ascendido hasta las cumbres más altas de cada continente. Ese proyecto le tomó tres años e incluyó la cima del Everest a 8.848 m de altitud, en el Himalaya.

“Honestamente, el montañismo me dio la perseverancia para seguir, incluso cuando parecía que no podría lograrlo. Es curioso, pero pensé que escalar el Everest era lo más difícil que haría en mi vida, pero estaba equivocado. Empezar una finca de café iba a ser lo más difícil”, señala.

Tras lograr las cosechas y darse a conocer en ferias internacionales, empezó a mandar sus granos verdes a Asia, Europa y Estados Unidos. Esta semana, llegó a Chicago, donde participará en el Mundial del Café.

En el exterior, señala, hay interés por el café ecuatoriano, pese a que su precio es más alto que el que se cultiva en otros países, principalmente por su calidad. En lo nacional, agrega, también hay desconocimiento.

“Hay muchos errores en cómo se consume el café localmente. Tenemos un excelente producto, pero no se conoce lo suficiente y la gente cree que lo que viene de afuera es mejor, aun cuando está muy quemado y no sabe bien sin azúcar. Aún tenemos un mundo por avanzar en ese aspecto, y que la gente se empodere de lo que producimos”, puntualiza.

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El café de especialidad crece

La Soledad no es la única finca ecuatoriana que ha sido premiada por su gran calidad de café. Según la Asociación de Cafés Especiales del Ecuador (Acede), otras tres fincas han recibido estas distinciones desde 2018 entres ellas La Papaya, en Saraguro, Loja y Clara Luz, en Quilanga, Loja. Y si bien aún el mercado local es pequeño, Acede estima que este ha crecido hasta en un 25 % en los últimos años. Pero para Jijón, aún queda mucho por hacer. “El ecuatoriano tiene que empezar a valorar y consumir su café”, dice.

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