Oficina consular. Dentro de esta fortaleza, la oficina del cónsul era uno de los lugares más protegidos. Así quedó cuando dejaron el edificio.

Los siete pisos del bunker que era el Consulado de EE. UU.

Hasta la tarde de un viernes de diciembre del 2013, aquel edificio, ubicado en la esquina sureste de la avenida 9 de Octubre con García Moreno, era uno de los sitios más seguros e infranqueables de la ciudad.

Hasta la tarde de un viernes de diciembre del 2013, aquel edificio, ubicado en la esquina sureste de la avenida 9 de Octubre con García Moreno, era uno de los sitios más seguros e infranqueables de la ciudad. Ahí funcionaba hace 50 años la sede del Consulado de los Estados Unidos de Guayaquil. Un equipo de este Diario tuvo la oportunidad de recorrerlo la mañana de ayer.

Dentro de ese edificio todo luce intacto. Hay cuadros que siguen colgados de las paredes. En el área de los baños, el surtidor de jabón está aprovisionado. En algunos pisos están abiertas las cajas fuertes -son varias-. Hasta la distribución de trabajo quedó escrita en una de las pizarras ubicadas en el área de ingreso, tal como se las dejó ese último día de labores.

Las sillas en la sala de sesiones, en el segundo piso, están ordenadas de tal forma que se llega a creer que en cualquier momento varios funcionarios de esta sede diplomática fuesen a entrar para una reunión de última hora.

Pero qué va, desde hace dos años y medio ese edificio ha estado desocupado. En la semana del 16 al 20 de diciembre de 2013, el Consulado estadounidense se llevó todos los documentos que almacenaba ahí y trasladó a su personal a una nueva sede ubicada a un costado de la avenida José Rodríguez Bonín, en el sector de San Eduardo.

El edificio fue puesto a la venta de manera inmediata. Hubo de por medio varios compradores. Sin embargo, solo uno de ellos pudo quedarse con el histórico edificio.

“Nosotros nos dedicamos al negocio inmobiliario”, dice Bolívar Rosero Andrade, propietario de la empresa Distelar, la actual dueña. “Tuvimos la suerte de que el Consulado hiciera negocio con nosotros. Ellos me dijeron: su oferta no fue la más alta, pero sus referencias hizo que la suya fuese la seleccionada”.

Este empresario guayaquileño considera que aquello de hacer negocio con el Gobierno de Estados Unidos no es cualquier cosa. “Seguro revisaron el historial de la empresa así como el mío, antes de firmar los documentos”.

El inmueble se vendió completo, con todo el mobiliario que en su momento utilizó la representación diplomática.

Todo el edificio, con su tecnología de punta, algunos implementos de su sistema de comunicación -en la terraza aún está la gran antena parabólica- fue entregado a su nuevo dueño. Las instalaciones eléctricas, de seguridad y de todos los servicios, están activos.

En total, la propiedad ocupa 1.800 metros cuadrados y tiene siete niveles -incluido un área subterránea-. El edificio es una estructura de 5.200 metros de construcción y está emplazado en un terreno de 900 metros cuadrados.

El área de parqueo, ubicado del lado de la calle José de Antepara y Hurtado, así como otro tramo de oficinas, se extiende sobre 900 metros cuadrados más.

Esta histórica edificación fue puesta a la venta o en alquiler hace quince días.

Se lo entrega con todo. Por lo pronto, ya existe interés por parte de una empresa hotelera y de un canal de televisión.

La cara del nuevo dueño

Distelar, la empresa a la que el Consulado de EE. UU. vendió el edificio, tiene como referencia estar dedicada a la distribución de telas. Es de propiedad de Bolívar Rosero, un guayaquileño que hizo sus primeros negocios en el campo textil y que en los últimos años se volvió un midas en el mundo inmobiliario. Es dueño de varias propiedades ubicadas en lugares estratégicos del centro de la ciudad.

Un salto a la intimidad

Un edificio inteligente y blindado

Los cristales de las ventanas son a prueba de balas. Es parte de la seguridad que se le instaló al edificio. Algunas de estas fueron mejoradas luego del 11-S. Tiene también un modo inteligente en el sistema eléctrico y contra incendios.

La ciudad que se miraba

Así quedó una de las oficinas ubicadas en el cuarto piso del edificio consular. Sobre una mesa, tres fotografías del expresidente George W. Bush. Del otro lado de los ventanales se observa la acera norte de la avenida 9 de Octubre.

Seguridad en un punto neurálgico

En uno de los pisos del edificio, cuyas oficinas estaban distribuidas en una especie de laberinto, estaba el centro de comunicaciones. Un lugar estratégico, por lo que se le colocaron 2 puertas de acero con cerrojos tipo caja de seguridad.