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La Comisión de Justicia, presidida por la gobiernista Rosa Torres, tramitó las reformas al Código de la DemocraciaCortesía: Asamblea/ Flickr

Reforma electoral: Gobierno y RC se reparten el país | Por Roberto Aguilar

Con el método D’Hondt, concertado por ADN y RC,  totalidad de representación quedará en manos de ambas organizaciones

Hasta que se pusieron de acuerdo, votaron juntos y se unieron en defensa de los mismos intereses. Por primera vez desde el inicio de esta legislatura, correístas y oficialistas decidieron formar un frente común. ¿Con qué propósito? Con el más importante de todos: eliminar a las minorías y repartirse entre ambos el conjunto de la representación política nacional

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El regreso al cuestionado método D’Hondt para la repartición de escaños, incluido por ambos partidos en las reformas a la Ley Orgánica Electoral cuyo segundo debate en el Pleno de la Asamblea concluye hoy, les garantizará prácticamente la totalidad de las concejalías en las próximas elecciones seccionales y, si las tendencias actuales se mantienen, el control absoluto de la Asamblea

¿Un bipartidismo a patadas?

Después de todo, las minorías resultan demasiado caras. El consiguiente ahorro es lo que los integrantes de la Comisión de Justicia, responsables de la propuesta, llaman “gobernabilidad”. Es el bipartidismo a patadas. El método D’Hondt es, de lejos, el menos proporcional de los sistemas de repartición de escaños: no garantiza que la conformación final de los órganos de representación política (juntas parroquiales, concejos municipales, Asamblea Nacional) concuerde con la voluntad de los votantes expresada en las urnas. 

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Incumple, por tanto, el mandato constitucional (artículo 116) de proporcionalidad del sistema electoral. Por esa razón fue declarado inconstitucional en 2004. Hasta se han escrito libros al respecto.

El matemático Rafael Estrella, de la Universidad de Cuenca, por ejemplo, publicó el estudio titulado “Webster vs. D’Hondt” (2018), en el que demuestra que el método al que el correísmo y el gobierno han decidido volver en nombre de una supuesta gobernabilidad es, entre todos los conocidos, el de mayor “índice de desproporcionalidad”. 

El método más desproporcional

Y esto no es una opinión: es un hecho respaldado por análisis científicos que nadie ha puesto en duda.Desempolvado en 2012, durante la legislatura del obediente Fernando ‘Corcho’ Cordero, el método D’Hondt le permitió al correísmo, en las elecciones del año siguiente, acaparar el 74 por ciento de los escaños parlamentarios con el 50,7 por ciento de los votos. 

Las desproporcionalidades que documenta Rafael Estrella en su estudio son aberrantes: en la provincia del Azuay, por ejemplo, ese mismo año (2013), el correísmo obtuvo el 56 por ciento de los votos y se alzó con el 100 por ciento de los escaños en disputa, es decir, cinco. Si a ese cómputo se añaden los votos “no válidos” (blancos y nulos), resulta que el 63 por ciento de los azuayos votaron en contra del correísmo, pero se quedaron sin representación política durante los siguientes cuatro años. A eso quieren volver el gobierno del nuevo Ecuador y sus reencontrados socios.

Este martes, en la comisión de Justicia que preside la oficialista Rosa Alegría Torres, ponente de este proyecto de ley, los representantes de ADN y de la Revolución Ciudadana se comportaron como viejos amigos. “Nuestra intención como bancada y una de nuestras propuestas que hemos defendido siempre”, dijo la correísta Gabriela Molina, “ha sido justamente la propuesta que genera gobernabilidad independientemente del gobierno de turno, la defensa del método D’Hondt para la asignación de escaños. Enhorabuena hemos tenido coincidencias con todos los legisladores de esta mesa”.

Legislador del PSC Alfredo Serrano
El legislador del PSC Alfredo Serrano se mostró en contra del cambio de método para la asignación de escaños.Cortesía: Asamblea/ Flickr

Y el gobiernista Fernando Gallardo alabó el método D’Hondt porque, según él, facilita la “estabilidad democrática” y “favorece alianzas claras, representaciones legítimas y una conexión de los ciudadanos con las necesidades de sus representantes”. Fuera un lapsus o una declaración intencional, lo dicho por Gallardo es estrictamente cierto: con el método D’Hondt son los ciudadanos los que satisfacen “las necesidades de sus representantes”.

El proyecto fue aprobado por unanimidad de nueve votos: seis oficialistas y tres correístas. El décimo integrante de la Comisión de Justicia, Fernando Nantipia, uno de los asambleístas de Pachakutik cooptados por el gobierno, optó por ausentarse: votar en contra le habría significado romper con el gobierno del cual parece depender su actual estilo de vida; hacerlo a favor implicaba atentar contra su propio partido, que ha tenido la delicadeza de no expulsarlo y que sería el primer damnificado del método D’Hondt. 

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Lo explicó con exactitud el socialcristiano Alfredo Serrano, la semana pasada, en el inicio del segundo debate que concluye hoy: si rigiera ese método de asignación de escaños, dijo, “Pachakutik no tendría representación y nosotros tampoco”. Y es cierto. Por esa razón, añadió, “hizo bien la Asamblea, en su momento, al volver al método de Webster”. 

Claro que cuando eso ocurrió, en diciembre de 2019, quienes se unieron al correísmo para oponerse a Webster y defender la vigencia de D’Hondt fueron los socialcristianos. Pero de eso Serrano no se acuerda. 

Los primeros pasos hacia un forzado bipartidismo

La situación parece irreversible: con el acuerdo entre correístas y oficialistas, las reformas se aprobarán por aplastante mayoría; el principio de proporcionalidad del sistema electoral prescrito en la Constitución y garantizado por el método de Webster, vigente desde 2020, se irá por un caño; y el país dará sus primeros pasos hacia un forzado sistema bipartidista, ninguno de cuyos dos integrantes se caracteriza precisamente por la firmeza de sus convicciones democráticas.

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