Propuesta ciudadana: ¿Se podría definir alcaldes y prefectos en balotaje?

En los últimos comicios seccionales ejecutados, el 66,66 % de los alcaldes de las capitales provinciales fueron electos con menos del 40 % de los votos. Así también, el 54,16 % de los prefectos. Ante esto y para que haya más legitimidad, una de las iniciativas ciudadanas que EXPRESO recibió fue que las elecciones de estas dos figuras sean en dos vueltas. ¿Es factible?

Sí, afirma Andrés Ortiz Herbener, abogado, especialista en Ordenamiento Territorial y Derecho Municipal y Urbanístico, y catedrático de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Señala que constitucionalmente no habría ningún impedimento, solo se tendría que reformar los artículos 78, 89 y 90 del Código de la Democracia.

Para Medardo Oleas, expresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), un balotaje para los procesos seccionales es importante, ya que permitiría que las autoridades gocen de una mayor representatividad, lo que les garantizaría la gobernabilidad. Expone el caso del alcalde Pabel Muñoz, quien obtuvo la alcaldía de la capital ecuatoriana con el 25,18 % de los votos; hay un 74,82 % que no apoyó al cuadro del movimiento Revolución Ciudadana, dice.

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¿Quiénes son las autoridades que menos votos alcanzaron?

Sin embargo, el burgomaestre de Riobamba, John Vinueza, y el de Cuenca, Cristian Zamora, son los políticos que llegaron a las alcaldías de dos de las capitales provinciales del país (de Chimborazo y Azuay respectivamente) con menos porcentajes de votos, después del burgomaestre de Quito (Pichincha). El primero con el 21,99 % y el segundo con el 18,58 %.

En cuanto a los gobiernos provinciales, los prefectos de Pichincha, Loja, Azuay y Cotopaxi fueron los que menos votos lograron captar. Paola Pabón obtuvo su cargo con el 27,96 %; Mario Mancino, con el 25,27 %; Juan Lloret con el 20,3 % y Lourdes Tibán con el 19, 05 %.

¿La propuesta sería válida?

Es por esto por lo que Ortiz manifiesta que la propuesta ciudadana es válida, democrática y políticamente viable. No obstante, esta debería ser bajo los mismos parámetros que los presidenciales: si obtiene más del 40 % de los votos y, a su vez, un 10 % de diferencia ya no es necesario el balotaje; caso contrario, los dos candidatos más votados se van a una segunda vuelta y un haya un debate.

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A juicio de Lourdes Tibán, prefecta de Cotopaxi, una segunda vuelta para designar alcaldes y prefectos va a significar más inversión de recursos económicos, tanto para los candidatos como para el Estado. Sin embargo, Oleas lo cuestiona: “¿Cuánto dinero desperdician los alcaldes cuando no ejecutan las obras que requieren las ciudades al no tener el respaldo o la aprobación interna? En Quito, vamos a ir a una revocatoria de mandato. ¿Cuánto cuesta eso?”.

Ante eso, el expresidente del TSE cree que es lo más importante es fortalecer la designación y el apoyo a las autoridades seccionales electas que pensar en el costo, que es mínimo, frente al fracaso en la administración pública. No obstante, para Tibán la solución podría ser la limitación de la participación de los partidos y movimientos políticos.

¿Cuál sería el problema de no los candidatos no puedan alcanzar altos porcentajes de votos?

Eso, porque el problema radica que, a nivel local, hay muchos candidatos que participan solo por el hecho de tener esa posibilidad de competir. Además, denuncia, muchas organizaciones políticas “inscriben por inscribir” a la gente, pero ni cuentan con una estructura.

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Ortiz lo afirma. En su opinión, esa dinámica se ha tornado en una costumbre, ya que así como hay una proliferación de candidatos para la Presidencia también lo hay para local. Eso genera que la votación sea fragmentada y que sea difícil conseguir amplias mayorías, afirma.

Sin embargo, Henry Cucalón, exsecretario general del Municipio de Guayaquil, exasambleísta nacional y exministro de Gobierno, sostiene que, si piensa que por sí va a tener legitimidad, aunque puede ser positiva esta iniciativa ciudadana, no es la solución. Es un tema que debe conllevar a un gran cambio cultural en el país.

Para Cucalón, es menester aplicar la lógica. El espíritu del balotaje es que el ganador rija con la mayor cantidad de respaldo posible, ya que la segunda vuelta conlleva el concepto de una mayoría absoluta, es decir, la mitad más uno; lo que obligaría a que la autoridad elegida goce del 50% de los votos. Para ello y para que los candidatos logren alcanzar una mayor amplitud de respaldo electoral, sin necesidad de cambiar la norma, deben ser mucho más pragmáticos y menos ideológicos, ya que “a eso obliga la segunda vuelta para llegar a ciertos consensos”.

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