Politica de becas
Reconozco y felicito al Gobierno por la gran inversión efectuada para otorgar becas de tercer y cuarto nivel en el exterior. No obstante aquello, luego de esgrimir un nacionalismo irrestricto y una soberanía a ultranza en determinados casos, no lo hace dentro del sistema de educación superior, prefiriendo pagar hasta $ 120.000 por becario en el extranjero, en lugar de invertir $ 25.000 en las universidades particulares del Ecuador, que se encuentran acreditadas por el Ceaaces para funcionar como tales.
Está bien que los estudiantes de mayor puntaje en el examen nacional de educación (Grupo de Alto Rendimiento GAR) accedan a las mejores universidades del mundo; pero así como pagan a las universidades del extranjero, también paguen a las universidades particulares en Ecuador, donde el Estado no aporta ni un solo dólar y por el contrario, las obliga a dar educación gratuita. Si no da, tampoco quite compadre, dice el refrán popular.
Lo peor es que a cuenta del programa de becas se conformó un equipo que colabora con la Senescyt, pero aparece como independiente de ella, como el Frente Nacional de Becarios “para que expliquen sobre la revolución ciudadana”. “Es necesario que ustedes colectivamente impulsen una conciencia nacional, en cada barrio, en cada casa, en cada lugar”, con el objetivo de “que este proyecto se mantenga, se fortalezca, se profundice”, consigna política que incide en el otorgamiento de las becas, cuyo costo pagamos todos los ecuatorianos con nuestros impuestos.
Constitucionalmente, la educación responde al interés público y no estará al servicio de interés individual o corporativo, y aquí la están poniendo al servicio del movimiento político de Gobierno en su individual visión electorera. Seleccionados los mejores estudiantes para las becas, son sometidos a un proceso de capacitación que lleva implícito un adoctrinamiento y concienciación en favor del régimen; de ahí que su dirigente sostenga “que el colectivo apoya al régimen por convicción”, no “porque nos lo hayan impuesto”. La política de becas no debe transformarse en las becas de la política.
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