
MI HIJO ES SONAMBULO. Que cuidados debo tener
En contexto - El trastorno es benigno, no deja secuelas. Afecta más a los varones y se presenta en la primera mitad de la noche - Aunque se desconocen las causas del mal, suele asociárselo a ciclos de estrés, falta de sueño y estados febriles - Los episodios disminuyen con la edad. Al momento, no existe un tratamiento específico para detenerlos - EXPRESO presenta una serie de consejos para evitar que sus pequeños se accidenten durante el proceso A los siete años de edad, mi hermano era sonámbulo. Se levantaba de la cama y caminaba dormido por toda la casa. Hablaba y, a veces, hasta agarraba su pelota y empezaba a jugar... No veía nada, mas tenía sus ojos abiertos. Era como si estuviera durmiendo de pie. El acto, aunque bastante seguido, duraba tan solo unos minutos. Luego, por iniciativa propia, volvía a la cama. Nunca logró recordar lo que había hecho la noche anterior. En Ecuador, otras familias han vivido algo similar. De hecho hay quienes, como la guayaquileña Ximena Salcedo, que han experimentado situaciones de terror... “Claudia tenía apenas seis años cuando se fue de casa. Sabíamos que caminaba dormida, lo que no imaginamos (mi esposo y yo) es que sería capaz de abrir la puerta e irse sin fin”. La pequeña vivía en Sauces IX. La encontraron durmiendo a un costado de la calzada, doce cuadras lejos de su hogar. “Esa noche me volví loca, pensé que la había perdido. Incluso ahora pienso en ello y se me pone la piel de gallina, pudieron haberla atropellado...”, afirma. Desde entonces y pese a que ya pasó un año de lo ocurrido, Salcedo cierra con seguro todas las puertas y ventanas de su casa. “Esto, por si le regresa el trastorno...”, replica. Pero, ¿cuándo se da y quiénes son propensos a desarrollarlo? A decir de la psicóloga clínica Alexandra Ramos, máster en Gerencia y Liderazgo Educacional e Infantil, en general las personas de todas las edades, pero en especial los niños (ellos incluso más que las niñas) de entre seis y doce años; y durante las etapas más profundas del sueño, entre las 3 y 4, cuando es más difícil despertar. Que por qué unos son sonámbulos y otros no, depende -según la experta- de varios factores: de los cambios bruscos en los patrones normales del sueño, un estado febril a causa de una enfermedad esporádica, la fatiga, la ingesta excesiva de dulces (que antes de dormir, los altera) o el grado de estrés que en determinado momento esté sintiendo. La presión social, las perturbaciones familiares y el hecho de que hoy los chicos estén tan ‘pegados’ a las computadoras, el celular o las consolas de videojuegos -y, por ende, se desgasten crónicamente o no duerman lo suficiente- asimismo, incide en la aparición de este tipo de parasomnia que, según la National Sleep Foundation, afecta al 15 % de la población global infantil. Algo que vale la pena recalcar es que el sonambulismo, más allá del riesgo de sufrir un accidente cuando se está dormido (que es algo que se puede evitar si se sigue al pie de la letra ciertas medidas de seguridad) no es peligroso. Normalmente los episodios no son constantes y desaparecen alrededor de la pubertad. Sin embargo, hay casos en la que los niños caminan dormidos todas las noches. ¿Es eso normal? No, precisa el doctor en medicina general Paúl Palacios, conferenciante en temas de familia a nivel nacional, al hacer hincapié en que en situaciones como estas, el padre deberá investigar y hablar con los docentes, familiares e, incluso, amigos del pequeño para saber si hay problemas o fuentes de estrés que estén provocando el desorden. En casos extremos lo más recomendable será acudir a un psicólogo o experto en desórdenes del sueño, ya que si el sonambulismo se acompaña de ronquidos y múltiples despertares, podría estar sufriendo del síndrome de la apnea del sueño. No obstante, los casos son aislados. En cuanto al tratamiento, no hay mucho que podamos hacer. La ayuda se limita en guiarlos gentilmente para que retornen a su cama y tratar de no despertarlos bruscamente, ya que podrían sentirse desorientados. La clave está en mejorar su rutina nocturna: en animarlos a tomar una siesta por la tarde para que su sueño no sea demasiado profundo al acostarse y en evitar que coman, miren televisión o usen la computadora justo antes de irse a dormir. La paciencia, sin duda alguna, será el mejor remedio... Sin embargo, Palacios hace énfasis en algo adicional: para evitar posibles accidentes, la casa debe ser lo más segura posible para el infante. Pero, ¿cómo lograr aquello? Se lo decimos a continuación (ver anexo en la parte inferior). EN LOS ADULTOS El sonambulismo también es sexual El trastorno toma el nombre de Sexsomnia. Y no es sino un tipo de alteración del sueño (algo así como un sonambulismo de tipo sexual) en la que los durmientes se masturban, verbalizan conductas eróticas o protagonizan una serie de actos violentos ligados a la sexualidad, inconscientemente. Quienes la padecen (el 1 % de la población global), durante el acto, son agresivas, groseras y hasta capaces de obligar a su pareja a hacer el amor. Reportes mundiales registran que a causa de violentas masturbaciones las personas han sufrido desgarros vaginales y fracturas en uno de sus dedos. Aunque las causas de la patología son aún desconocidas, el sexólogo y urólogo César Merino, sostiene que los casos, en su mayoría, denotan cuando el enfermo está expuesto a fuerte estrés o a un intenso grado de depresión. La fatiga y la presencia de males degenerativos, asimismo, incrementan su incidencia. LAS PESADILLAS Según los expertos, los niños que las tienen entre los 18 meses y los 3 años de nacido, son un 13 % más propensos a desarrollar sonambulismo a partir de los 5 años, en relación a aquellos que no las experimentaron. LA FRECUENCIA Del 10 al 15 % de los niños de entre 6 y 15 años en el mundo están viviendo episodios ocasionales de sonambulismo y aproximadamente el 5 % son sonámbulos más de 15 veces al año.