
Lula y un juicio que conmociona a Brasil
La sentencia. Debería conocerse en un plazo de 45 a 60 días, aunque según algunos analistas apuntan que podría ser en apenas un mes.
Luciendo una corbata con los colores de la bandera de Brasil y bajo un fuerte dispositivo policial, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva llegó a Curitiba para sentarse en el banquillo de los acusados y por primera vez prestar declaración ante el juez Sergio Moro, por un supuesto caso de corrupción relacionado con la trama destapada en Petrobras.
“Estoy ansioso por declarar, será la primera oportunidad que tendré para saber de qué me acusan y qué tipo de prueba tienen, hasta ahora lo único que escuché es que no debe esperar pruebas, que lo que ellos tienen contra mí es convicción”, dijo el líder de la izquierda brasileña antes del interrogatorio.
Antes de ingresar en el juzgado, el expresidente saludó a un grupo de simpatizantes que lo esperaban en las proximidades y escuchó un tímido cacerolazo organizado por los vecinos de los edificios cercanos.
En su cara a cara con el juez Moro, el más popular del país, Lula responderá a quien se ha convertido en su enemigo público más enconado. Y Moro podrá demostrar lo que lleva meses diciendo: que Lula, quien según las encuestas tendría todas las de ganar al menos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2018 si llega a presentarse como candidato, no es trigo limpio.
Decenas de agentes establecieron un perímetro de seguridad alrededor del tribunal ante la presencia de simpatizantes y detractores del líder político, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010.
En los balcones de edificios colindantes se colgaron banderas de Brasil y algunos mensajes como “Força Moro” (Fuerza Moro), en referencia al magistrado que encabeza en Curitiba las investigaciones en primera instancia de la trama corrupta.
Lula, quien tiene abiertas cinco causas en la Justicia, debía responder ayer por la propiedad de un apartamento en el balneario paulista de Guarujá que figura en los registros a nombre de la constructora OAS. Sin embargo, según las acusaciones, el verdadero propietario sería Lula, que lo habría recibido a cambio de “favores” hechos desde el poder a esa constructora, una de las implicadas en la red de corrupción.
La defensa del exmandatario intentó hasta el último momento retrasar la declaración de Lula, pero el Tribunal Superior de Justicia (STJ) de Brasil negó esta mañana el pedido.
Lula, a pesar del escándalo, aparece como el líder más valorado en las encuestas y el mejor posicionado en caso de competir por la Presidencia en 2018.
El expresidente podría llegar a ser investigado en otros seis procesos más, según solicitó la Corte Suprema con base en las delaciones de 77 exdirectivos de Odebrecht que se sumaron a un acuerdo de colaboración judicial.