Las ‘Damas del mar’, tradicion de Jaramijo
Dos remos de madera, un pequeño bote con red de trasmallo artesanal, un balde, cuchillo y nailon en mano.
Dos remos de madera, un pequeño bote con red de trasmallo artesanal, un balde, cuchillo y nailon en mano. Esas son las herramientas con las que 200 mujeres, en grupos de diez, salen de su natal Jaramijó a faenas de pesca, tres veces a la semana. Les llaman las ‘Damas del mar’.
Siguiendo costumbres ancestrales y ante la necesidad económica, ellas se echan al mar a buscar el sustento diario para sus hijos y solventar parte de los gastos de sus hogares.
La pesca es a orillas del mar, con atarrayas y una canoa artesanal, a la cual llaman “bongo”. Buscan el chumumo (pez pequeño), que después comercializan a los expendedores de fábricas de harina de pescado.
Solanda Bermello (62 años), de contextura gruesa, estatura baja y de piel quemada por el sol, representa a la mujer pescadora de la zona de Jaramijó. Ella lidera a las otras valientes del mar. Explica que salen de sus hogares, tres veces a la semana, a las 05:00 a la faena de pesca y regresan a las 18:00.
“Esto lo hago desde que era una criatura. A mi madre le gustaba mucho la pesca y nos enseñó este arte. También ayudo a mi esposo en alta mar y a veces me voy de pesca con mis hijos”, cuenta Bermello.
Después del lance (tirar la red al agua), estas mujeres halan con fuerza la red (de piola) hacia la playa y empiezan a seleccionar el pescado atrapado.
Alicia Mero (55), quien practica esta actividad junto a sus tres hijas, indica que “aquí es cuestión de suerte”. Si en el primer lance la pesca fue buena obtienen una recompensa de 250 a 300 dólares, que es repartida entre el grupo de mujeres que participa en la actividad. “A veces estamos de suerte y otras solo agarramos pescado para nuestro alimento y no para el comercio. Acá en Jaramijó es muy común ver a la mujer en el mar pescando”, señala Mero.
Parte de la pesca también sirve como carnada para los barcos o lanchas de espinel (pesca de fondo), por eso al momento de acercar la red a la orilla de la playa, las mujeres seleccionan el producto y lo dividen para sus expendedores.
Ramón Chávez García (83), escritor, historiador y excatedrático manabita, indica que la mujer de Jaramijó sigue una tradición milenaria de la Cultura Manteña y que a la fecha, en esta zona, son las únicas que se siguen identificando como las “Cholitas pescadoras” y que también en la parroquia Los Esteros de Manta se encontraban estas mujeres, aunque en la actualidad son pocas.
“Esto es ejemplo de que se niegan a dejar morir una tradición, que ahora ayuda a la economía de sus hogares, sin complejos ni perjuicios. Hace cinco años eran solo 50 y ahora son más de 200 de estas mujeres que van al mar para ayudar en sus hogares y para no olvidar sus raíces ancestrales”, indica Chávez. (F)