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“Levantate y anda”

Entre los muchos milagros que, según los Evangelios, llevó a cabo Jesús: convertir el agua en vino, darle la vista a los ciegos y el andar a los cojos, está el de la resurrección. Y uno de los casos más notables en esto de devolverle la vida a los que ya habían expirado está el de Lázaro, a quien -a su cadáver - el hijo de José y María, en realidad el hijo de Dios para los creyentes, le ordenó volver a la vida con la misma frase con la que titulo este artículo.

Y es que tal vez los ecuatorianos también hemos de necesitar de un Mesías que nos haga volver a la vida luego de esa larga agonía de doce días en que los grupos vandálicos, aprovechándose de la movilización de protesta indígena, cuyos participantes casi nada hicieron para evitar la violencia de los que después calificaron de “infiltrados” (y también de “correístas”), asaltaron, robaron y destruyeron inmuebles públicos y privados, haciendas florícolas, centrales petroleras, etc., incluyendo los bienes intangibles del Centro Histórico de nuestra capital, provocando pérdidas por centenares de millones de dólares que, como no puede ser de otra manera, entran en la cuenta roja de la economía del país, pasando a convertirse los activos en pasivos, como señalarían los expertos contadores.

¿Cómo recuperar todo ese caudal de dinero perdido gracias a una acción vandálica que, según la mayoría, es parte de una acción política encaminada a desestabilizar al gobierno de Lenín a quien, incluso, se le pidió que abandone Carondelet y que convoque a elecciones anticipadas? ¿Quién “pagará todos esos platos rotos” que no nos permitieron exportar nuestro energético petróleo ni las románticas flores al extranjero? ¿Es que tal vez será necesario seguirnos endeudado con el Fondo Monetario Internacional a pesar de que los causantes de tantas pérdidas sean los primeros en calificar a dicho acuerdo con el FMI de antipatriótico e “imperialista”?

Ya el gobierno envió a la Asamblea, al concluir la pasada semana, la propuesta de reforma tributaria, aunque con un ajuste más limitado, que no permitirá obtener los millones de dólares previstos inicialmente. ¿‘Quo vadis’?

’¿Quién pagará todos esos platos rotos que no nos permitieron exportar nuestro energético petróleo ni las románticas flores al extranjero?’.