Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

“Hay mucho campo para la hidraulica”

A sus 32 años, Esteban Enríquez cuenta con una amplia experiencia laboral. Ha participado en empresas nacionales y multinacionales dedicadas al diseño, construcción y fiscalización de obras civiles, como plantas de tratamiento de aguas residuales, redes de alcantarillado, sistemas de prevención contra incendios. También ha intervenido en el diseño y construcción de centros gerontológicos, centros infantiles y obras de planificación de estructuras civiles a cargo del Ministerio de Inclusión Económica y Social.

Especializado en instalaciones hidráulicas, este ingeniero civil, nacido en Quito, dice que en el país hay mucho por desarrollar en este campo, en el que hay pocos especialistas.

Desde hace dos años y medio es jefe de Servicio Técnico de Edesa, empresa ecuatoriana de sanitarios y grifería que está presente con sus productos y servicios en centros comerciales, hoteles, hospitales y diferentes proyectos en construcción.

“Estamos primordialmente en grandes proyectos, como el hospital de Portoviejo, también damos toda la asesoría e instalaciones de los productos en edificios como la terminal terrestre de Guayaquil, el Mall del Sur...”, destaca Enríquez.

Su cargo es a nivel nacional, por eso viaja siempre a supervisar los proyectos y obras de mantenimiento a cargo de esta firma. Al contar sus experiencias vividas en esta actividad, destaca por ejemplo lo que implica trabajar en la gigantesca estación de buses y pasajeros de Guayaquil. El joven técnico dice que es tal la afluencia de público a este lugar, que hay que hacerle un seguimiento continuo en servicio técnico, cambio de piezas y otras labores. “Estamos hablando de 72.000 personas promedio al día que ingresan a esta terminal -explica- por tanto es un trabajo enorme que tenemos allí, que lo hacemos con gusto”.

Pero para los técnicos a cargo de grandes obras y responsabilidades no todas las jornadas suelen empezar y terminar sin sobresaltos. Enríquez recuerda siempre el día que vio a uno de sus colaboradores sufrir una caída desde un séptimo piso. Fue hace cinco años. Él era contratista de la parte hidrosanitaria en la construcción de un centro comercial en el sector de Cumbayá, cuando uno de sus albañiles perdió el equilibrio. “Por suerte cayó justo en una loma de tierra que tendría de cuatro a cinco metros de altura y lo único que le pasó fue que se rompió una pierna”, relata. “El casco le ayudó a salvar la vida”.

Títulos, cargos y experiencias no faltan en la vida de este profesional, quien cree que el aprendizaje no termina nunca, que es algo con lo que se vive a diario.