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“El diesel no es el culpable”
El mes pasado, el gerente de la Autoridad de Tránsito Municipal, Andrés Roche, cuestionó la calidad del que llega a Guayaquil. Ahora, Petroecuador, el único proveedor en todo el país, se defiende de esas acusaciones en EXPRESO.

La polémica sobre si el diésel es factor contaminante alcanza otro nivel en la ciudad. El mes pasado, el gerente de la Autoridad de Tránsito Municipal, Andrés Roche, cuestionó la calidad del que llega a Guayaquil. Ahora, Petroecuador, el único proveedor en todo el país, se defiende de esas acusaciones en EXPRESO.
La entidad asegura que, a través de sus laboratorios de control, monitorea continuamente los combustibles que despacha, “cumpliendo con las especificaciones de las normas INEN”. Incluso envía un gráfico en el que, aparentemente, el nivel de azufre nunca sobrepasa lo permitido (ver infografía). Es decir, según ellos, el diésel no es el culpable.
Pero para Guayaquil, los gráficos de Petroecuador o las acusaciones de Roche le resultan aspectos secundarios. La ciudad pide respuestas ante el aire espeso; las esquinas negras de hollín; y las zonas de comercios cerrados porque sus propietarios no pudieron soportar la contaminación (este Diario contó testimonios de aquello en un reportaje anterior). ¿Entonces, adónde apuntar?
“Los componentes que se deben analizar en emisiones son el combustible y el parque automotor. Petroecuador garantiza la calidad del combustible, por consiguiente, se recomienda analizar el estado del parque automotor”, expuso la entidad en un comunicado. Y admitió que, aunque es conocido que el proceso de refinación es insuficiente (la Planta HDS, de Refinería Esmeraldas productora de Diésel Premium tiene problemas operativos), “hay técnicas y productos que les permiten cumplir...”.
“Los municipios (no solo el de Guayaquil) pretenden pasarnos factura con la calidad del diésel, pero este problema se desprende, más bien, del adecuado mantenimiento de los vehículos. Sin una inspección correcta, que garantice la calidad de la maquinaria, el más puro de los combustibles sacará humo negro. Existe falta de control”, aseguró Eugenia Ávalos, jefa de Comunicación de Petroecuador.
Quizás la hubo. La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) retiró el año pasado de circulación unos 800 buses que cumplieron con su vida útil. Eran focos contaminantes. Otros 600 serán reemplazados de manera paulatina por nuevas unidades.
Sin embargo, el problema persiste, pues según un estudio de 2014, el 39 % de la contaminación del aire de esta ciudad la generan los automotores.
Petroecuador advierte que no solo las maquinarias de los automotores son la causa. Es preciso, también, realizar controles de los ductos de las gasolineras, pues la tanquería “también puede afectar la calidad del producto”. Aquello ya había sido comentado por el presidente de la Federación de Transportistas Urbanos de Guayas, César Carranza.
El gerente de la ATM, quien destaca “un cambio progresivo en las unidades de transporte urbano”, anunció que pidió al director de Ambiente del Cabildo, Bolívar Coloma, una auditoría de la calidad de los combustibles que se venden en Guayaquil, para así “verificar lo que ya se conoce, que el diésel que llega a la urbe no cumple las exigencias y normas de calidad”. De realizarse, se exigirá las sanciones a quienes correspondan “tal como lo determina la ordenanza”, adelantó.
Coloma, por su parte, confirmó que, como parte del ‘Plan de gestión integral de la calidad del aire’, se tiene previsto realizar un monitoreo de la calidad del combustible de las estaciones de servicio, en 2018.
Se precisan más buses eléctricos
Cerca de 2.400 unidades de buses distribuidas en 72 cooperativas ruedan a diario por la ciudad. Todas usan diésel, igual que las de la Metrovía y otros vehículos medianos, como camionetas.
El biólogo Luis Arriaga Ochoa, asesor en el estudio jurídico de la experta en Derecho Ambiental Inés Manzano, sugiere, en primera instancia, establecer una red de estaciones de monitoreo de la calidad del aire para controlar las emisiones desde los automotores.
Hacen falta también, afirma, planes de mantenimiento preventivo y verificaciones aleatorias.
Sugiere un plan de reemplazo de los vehículos de transporte público, para que, en el plazo máximo de 30 años, todos sean eléctricos.
Pide realizar reportes de la calidad del diésel comercializado y una evaluación sobre la factibilidad de reducir el ingreso vehicular en zonas en las que se determine alta concentración de los contaminantes del aire.
