Latino-estadounidense (2)

En mi artículo pasado me enfoqué en responder lo siguiente: a pesar del maltrato verbal, ¿los latinos votarán por Trump este 2020? Mi respuesta fue afirmativa. En ese grupo se encuentran los latinoamericanos exiliados que vieron caer su país en manos de un dictador. Latinos que, por lo tanto, ven en la política exterior del presidente actual la posibilidad de su derrocamiento. Pero los cubanos y los venezolanos no son los únicos que conforman el grupo hispano. Y aquí nuestra atención debería enfocarse en los mexicanos. El grupo latinoamericano más grande en los EE. UU. En esta población, Trump no tiene cómo ganarla. Primero porque no tienen la obsesión cubana de un Castro al que quieran destituir. Es decir: la política exterior de la actual administración no les resulta atractiva. En lo absoluto. De hecho, las medidas arancelarias son percibidas como un intento de desestabilizar la economía de su verdadero hogar. Y segundo, porque ellos son los atacados en el discurso del presidente. No son los latinos en su conjunto, pero ellos: los que cruzan la frontera a pie. Aquí no vale el principio del hispano que quiere distanciarse de la migración ilegal porque tienen sus papeles en regla y no quieren caer en el mismo saco. Acá la mayoría de quienes votan son hijos, primos, sobrinos de quienes desafiaron el muro. Ahora, si son la mayoría y si no van a votar por él, entonces: ¿por qué no tienen un rol protagónico en estas elecciones? ¿Dónde quedó su voz? La respuesta está en el sistema electoral de EE. UU. y dónde está concentrada la mayor población mexicana. En EE.UU. el voto es electoral, no popular. Esto se traduce a que dependiendo del número de habitantes, el estado recibe un número de votos proporcional. Aunque el resultado sea 49 % candidato A y 51 % candidato B, todos esos puntos son del candidato B. La concentración del voto mexicano está en esos estados en los que ya sabemos los resultados. Los “safe states”. California es y será demócrata. Texas es y será republicana. Su participación no cambia el producto final. Lo importante son los estados aún no definidos, como Florida, donde el Cuba Libre es el trago oficial.