
Ines Manzano: “Hubiera esperado que Ciudad Nueva sea solo un area verde”
Desde julio pasado, EXPRESO ha venido publicando una serie de temas que hablan de la importancia de que Guayaquil se transforme en una ciudad más verde. Han opinado los líderes barriales y la academia.
Hace apenas una semana, en las redes sociales se viralizó la imagen de un oso hormiguero caminando por las instalaciones de una ciudadela de vía a la costa. El hecho ha generado preocupación entre los residentes, quienes aseguran que debido a la tala y al ruido generado por las canteras, esta y otras especies se han visto obligadas a huir de su entorno. EXPRESO dialoga con Inés Manzano, excandidata a la Vicepresidencia de la República y gerenta general del Estudio Jurídico Manzano, sobre la situación y profundiza en otros temas que preocupan también a la comunidad.
- Lo sucedido en vía a la costa, ¿corrobora lo dicho por los habitantes? ¿Está en riesgo la biodiversidad?
- Lo está. Y es que el trazado de la vía nunca debió ejecutarse así. El hecho partió dos ecosistemas: el que está cerca del manglar y el cerro. La arteria entonces fue hecha por alguien que no entendía el tema de los ecosistemas ni la importancia de mantener esta unidad. Ahora lo que resta es reconocer por dónde los animales están bajando, porque siempre lo hacen para buscar agua fresca, para construir algún tipo de corredor o puente por debajo o encima de la vía, para que puedan desplazarse.
- Eso implicaría reformar la arteria ya construida...
- Sí y más que eso, sacrificar, algunos tramos de la calle e incluso algunas viviendas. Pero es necesario. Hay que planificarlo ahora.
- Para los residentes, sin embargo, las canteras que operan sin permiso ambiental amenazan también la biodiversidad. Se han hecho plantones, las autoridades han escuchado, pero el problema continúa. ¿Cómo frenarlo?
- Con rigidez. Tanto las canteras y las empresas que ejecutan proyectos de extracción de materiales pétreos y no tienen permisos, deberían ya estar clausuradas, en las cárceles o pagando lo correspondiente a daños y perjuicios, pero nada de eso se da. Y no es que falte mano dura. No se trata de eso. Aquí lo que hace falta es liderazgo. El Ministerio de Ambiente, Senagua o el Municipio de Guayaquil podrían intervenir desde sus competencias, pero nadie lo hace. Y mientras eso pase, la biodiversidad seguirá peligrando.
- ¿Y qué pasa con las áreas verdes de la ciudad? En Guayaquil son múltiples las quejas respecto a que falta sombra.
- ¿Qué pasa? Que el Municipio, con muy poco criterio o un criterio muy mediocre, piensa que porque les hace una vereda con palmeras a los ciudadanos está cumpliendo con lo que dice el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad), y no es así. No se puede pensar que los niños van a jugar en el parterre con las palmeras. La intención de la norma es que las áreas verdes sean lugares donde la fauna urbana se dé. Pero no hay tal cosa. Además, falta planificación. Es increíble que en Guayaquil haya sitios enormes -como el parque Samanes, que es del Ministerio- y no haya sido desarrollado. Aquí hay parques pequeñitos como el Forestal, el Seminario, el de la Kennedy y el Viernes Santo, que es acuático, pero nada más. Aquí no hay planificación.
- ¿Cómo recuperar estos espacios? ¿Cómo hacer del Puerto Principal una ciudad más verde?
- Para empezar, los parques deben tener el mantenimiento adecuado para que las familias los visiten. Aquí no hay un concepto de parque urbano, aún cuando se pueden hacer maravillas. Los lotes vacíos, que son muchos, por ejemplo, podrían convertirse en huertos urbanos y complementar incluso el hecho de tener un parque.
- ¿Considera que el proyecto Ciudad Nueva, que se levantará donde se encuentra hoy el aeropuerto, ayudará a cumplir con ese objetivo?
- Yo hubiese esperado que ese lugar sea solo un área verde y no tenga todo esos edificios que asegura que tendrá. Yo le hubiese apostado por completo a espacios que estén más ligados al deporte, al arte y recreación. Aquí faltan teatros, tenemos apenas uno grande. No hay complejos para el arte, del tipo que sea. Este espacio, si se lo promocionaba como una nueva ciudad, debía ser eso, una ciudad nueva que dé cabida a los techos verdes, los huertos urbanos, la flora y la fauna, y a todo lo que se ha perdido, como los colibríes y los búhos. En Guayaquil hay tanto por recuperar.
- El estero Salado, por ejemplo...
- Así es. Las orillas del estero podrían convertirse en espacios para trotar y caminar o pasear a las mascotas. Sin embargo si el Municipio, que es el que debe actuar, no lo hace; y el Ministerio de Ambiente, que es el que debe velar porque el Cabildo lo haga, tampoco lo multa ni lo corrige; la contaminación será la misma. En Guayaquil no se puede pensar en hacer algo lindo, si los olores fétidos están en el mismo lugar de siempre.
- En el caso puntual del estero, ¿qué sería lo idóneo?
- Que Interagua instale el sistema de alcantarillado en las zonas donde aún no llega el servicio para evitar que las aguas negras continúen desembocando al estero. Hoy, hasta en La Playita del Guasmo hay coliformes fecales. No se puede seguir así.
- Y con el río, ¿qué se podría hacer para devolverle la vida? Un anhelo de varios sectores, entre ellos el turístico y la misma academia...
- Para recuperar el río, aunque ayudaría, no se trata de plantar solo árboles en los márgenes de los ríos; sino que hay que dragarlos. Se debe hacer una gran obra para sacar todos esos enormes bancos de arena que allí se observan. El problema es que nunca se ha sentido ese daño o no se ha hecho casi nada para recuperarlo porque no hemos tenido un alcalde que haya priorizado los temas de la naturaleza. Una ciudad con un río como el que tenemos y sin navegabilidad es terrible, porque lo que lleva el efecto después al gran riesgo de inundación, que es algo que ya pasó hace unos años.
- Que la comunidad sea más consciente y reclame sus espacios, alce la voz, ¿hasta qué punto ayudará?
- Ser solidarios y tener clara la importancia de la naturaleza, permitirá defenderla. Han faltado valores. Lastimosamente hemos tenido una generación entera a la que no se le ha hablado de ella. El alcalde (Jaime) Nebot estuvo 20 años y durante su administración nunca se le habló a la sociedad de los temas ambientales. Tampoco habilitó estos temas. Si tuvo una dirección de medio ambiente era para sacar permisos inútiles. Y eso no sirve de nada, si antes no se controlan los grandes focos de contaminación, que aquí como lo hemos detallado, son muchos.
Antes de terminar la entrevista, Manzano hace énfasis en la necesidad de volver más amigable a la ciudad. Y no solo dándole sombra o protegiendo los bosques que, asegura, son parte del patrimonio de Guayaquil, sino construyendo veredas bien puestas y ciclovías.
- En más de una ocasión, usted ha dicho que la educación puede cambiar la situación y disminuir incluso las amenazas a las que se enfrenta la naturaleza. En Guayaquil hay campañas que parecen ser insuficientes. ¿Qué hacer entonces para evitar más daños y por ejemplo, a los bosques? ¿Acaso hace falta crear alguna ordenanza?
- No, no hace falta crear ni una ordenanza o resolución más. El ciudadano no se fija en la gaceta municipal ni en el registro oficial. Hay que seguir educando pero de distintas formas, en Guayaquil no se educa como tal: falta tanto. En las escuelas debe hablársele a los niños del amor a la naturaleza, sí; pero es el espacio público, el lugar donde las campañas y los mensajes deben ser incansables y permanentes. Allí debe hablarse de todo: del amor a los animales, de la tierra, los riesgos de talar o cazar. El bosque protector Cerro Blanco, por ejemplo, desde un inicio creó una guía que dice qué se puede o no hacer en el lugar. ¿Por qué cree entonces que allí no se reportan incendios u otros problemas que sí se ven en el resto? Por educación, porque la gente sabe que allí no debe prender ni un fósforo. Pues esa misma metodología, el hecho de hablar con convicción de la naturaleza, es la que ayudará a cambiar las cosas. La base más importante es la educación.