Daños. En invierno o verano, el proceso de hundimiento de suelos causa destrozos en las zonas rurales y en nuestras ciudades.

Hundimientos, fallas geologicas naturales e inducidas

Pequeños y grandes hoyos, y deslizamientos de tierra continúan dándose en todo el mundo y en toda clase de lugares: en ciudades, en carreteras, en el campo.

En contexto

Deslizamientos de suelo y socavones se dan en el país y en todo el planeta por causas naturales o provocadas por el hombre.

Los túneles para minería y los rellenos mal hechos, a más de las aguas subterráneas, provocan subsidencias.

La reparación de estos daños implica un estudio profundo de las causas, extracción de materiales y un posterior relleno.

Guayaquil también suele sufrir socavones y deslizamientos de tierra por diferentes razones.

Pequeños y grandes hoyos, y deslizamientos de tierra continúan dándose en todo el mundo y en toda clase de lugares: en ciudades, en carreteras, en el campo. En el caso de los socavones que se presentan y sorprenden aquí y allá, han sido atribuidos a fuertes lluvias durante tormentas; en otros casos a viejas construcciones de minas; y también a hundimientos causados por alguna perturbación cercana, sea natural o causada por el hombre.

En Ecuador, estas fallas geológicas también han obligado a desvíos de tránsito, evacuación de familias enteras y a hacer inmediatas y costosas reparaciones. Un caso impresionante fue el ocurrido el 31 de marzo de 2008 en el sector El Trébol, en Quito, cuando tras una intensa lluvia se produjo un enorme orificio de 80 metros de diámetro que dejó inhabilitada la autopista que unía el valle con el norte y el sur de la ciudad. Y en estos días un socavón de 12 metros de profundidad por 15 m de ancho sorprende a los zarumeños con el temor de que gran parte del centro histórico de esta ciudad orense esté en riesgo de colapsar, presuntamente por la explotación minera que caracteriza a esa zona.

En Guayaquil también se han formado repentinamente grandes huecos. En septiembre de 2009 se produjo un orificio de 15 m de diámetro en la av. Francisco de Orellana, a la altura de Samanes. La calzada colapsó tras el paso de un volquete y el acueducto que pasa por la zona se dañó. Y un hundimiento leve y lento, pero persistente desde hace medio siglo, es el que se produce junto al estero Salado, en el inicio de la av. Carlos Julio Arosemena.

Al ingeniero geólogo Richard Vera no le sorprende este comportamiento de los suelos. Explica que la fuerza de las corrientes subterránea de agua, cuando es permanente, puede llegar a hacer lo que hizo en el sector de El Trébol, que fue crear una gran caverna que luego termina en un hundimiento. A eso se suma -acota el también ex viceministro de Minas- que tenemos sistemas de alcantarillado con mucha actividad desde hace mucho tiempo y nunca se hace un monitoreo para controlar o saber siempre el estado de esas redes de aguas servidas, aguas lluvias.

Las reparaciones de estas fallas, sean naturales o provocadas, son costosas. Por ejemplo, tapar el hoyo en El Trébol demandó centenares de hombres y maquinarias para, en primer lugar, remover cerca de 100.000 metros cúbicos de tierra.

Gilberto Martínez, ingeniero civil y catedrático de las facultades de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Católica de Guayaquil, dice que los socavones se presentan muchas veces por causa de la actividad minera o por los malos rellenos que se suelen drenar por sistemas de alcantarillado mal sellados.

Martínez urge no confundir entre lo que son grandes orámenes o hundimientos y las fallas por deslizamientos en suelos blandos, como la que afecta al sector que está entre el puente 5 de Junio y la Católica, en la av. Arosemena. “Ahí había una especie de entrada de un estero, lo que hicieron en los años 60 fue colocar cascajo y eso fue deslizándose”, recuerda.

La Municipalidad de Guayaquil es la que carga con esa cruz, pues anualmente debe dar mantenimiento a ese hundimiento, sacando el material dañado y colocando asfalto nuevo.

Jorge Berrezueta, director de Obras Públicas del Municipio, aclara que el sitio no representa mayor peligro, por lo que no tienen previsto hacer una obra de magnitud en la zona.

Pero contrario a lo que afirma este funcionario, de que en Guayaquil no existe otros casos de hundimientos, Martínez advierte que sí hubo y hay otros considerables percances de este tipo. Pone como ejemplos el gran hueco que se formó en la av. Orellana en 2009 y los permanentes hundimientos en los accesos a los puentes de la Isla Trinitaria, sector que fue rellenado con arena del río Guayas a inicios de los 90.

“Básicamente ocurre lo mismo en Zaruma, la av. Orellana, y la Trinitaria -considera el técnico- en el primer caso hacen túneles para sacar oro y en los otros una alcantarilla o caja de registro mal macillada permite que se vaya la arena y el material pétreo y, al final, en todos se produce el socavón”.

Soluciones

El mismo material de los túneles sirve

La prohibición de las actividades mineras en una zona de exclusión de Zaruma no se ha cumplido y esa puede ser la causa del socavón que se registró hace pocos días, dice Richard Vera, ex viceministro de Minas, quien recuerda que cuando estuvo en el cargo, hace tres años, se emitió el decreto para que la minería ilegal debajo del pueblo cese. Ahora dice que la solución pasa primero por hacer un estudio del nivel del daño y luego buscar el remedio.

Tanto Vera como Gilberto Martínez, ingeniero civil graduado en la Politécnica de Pernambuco (Brasil), dicen que en minería una práctica común, sobre ese tipo de vetas, es el llamado corte y relleno. Consiste en que al ir haciendo los túneles, el material retirado que no contiene los metales preciosos (casi el 99 %) se lo vuelve a meter en forma de relleno a los huecos, de forma que no queden cámaras vacías.

Fosos de aquí

Guayaquil

El 21 de marzo de 2003, la explosión de un acueducto ocurrida en la avenida Francisco de Orellana dejó graves daños en la calzada y provocó la escasez del servicio de agua por varios días.

Daule

En el recinto Tintal de Adentro, perteneciente al cantón Daule, se vivió una gran conmoción la mañana del 3 de abril de 2008, cuando en una finca apareció un hueco de alrededor de 3 metros de diámetro por 6 de profundidad.

Quito

El 31 de marzo de 2008, el intercambiador que une el norte con el sur y el Valle de Los Chillos colapsó al explotar un colector del río Machángara. El gran orificio que se formó llevó consigo calzada, veredas y postes.

El 25 de enero de este año un auto cayó en un hoyo profundo que se formó en el barrio San José de Chilibulo. Un peritaje indicó que debajo de la calle se hallaron algunos túneles que habrían pertenecido a una antigua mina de arena.

Guayaquil

El 21 de septiembre de 2009 se formó un hoyo de unos 15 metros de diámetro en la mitad de la av. Francisco de Orellana, a la altura del polideportivo de los Samanes. Un moticilista de la CTG que pasaba por allí cayó al foso y resultó herido.