Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Hibridos

Un estudio de la publicación The Economist califica el grado de democracia de más de una centena y media de países y llega a sostener que América Latina es “incapaz de progresar en democracia”; que Venezuela, Ecuador, Nicaragua, entre otros, son “democracias híbridas”.

Híbridos son animales o vegetales producto de distintas especies, o una cosa producto de elementos de distinta naturaleza. En este caso, refiriéndose a un sistema político, podemos inferir que nos quieren decir que somos y no somos “una verdadera democracia”. Resulta que nos equiparan a algo raro, especial, amorfo, que a ratos nos parecemos, pero que en realidad, cuando se analiza más a fondo, no lo somos.

No podemos culpar la confusión que deben tener los analistas, por los juicios, sanciones, limitaciones que sufren permanentemente algunos políticos, dirigentes de oposición, también periodistas o medios de comunicación, que son obligados a rectificar, dejar de opinar, callar, inclusive perder sus trabajos o exiliarse en el exterior.

La destitución de jueces que se atreven a contradecir la posición oficial, más aún fallar en contra del Gobierno; la elección de jueces electorales o constitucionales, la reconformación de estos organismos según las conveniencias de quienes ejercen el poder, no contribuye a afianzar la democracia, la confianza pública ni la seguridad jurídica del país.

No permitir consultarle al pueblo sobre transcendentales decisiones, como son vitales reformas constitucionales, nos convierte en una democracia inédita en el mundo, una de las muy pocas que permiten la reelección indefinida de nuestros gobernantes. Una presidencia vitalicia, que ni siquiera nuestro Libertador, en el cénit de su gloria, al inicio de nuestra vida republicana, pudo lograr.

Un país con un régimen de un partido único o dominante, con un Congreso que no discute ni analiza, que es sumiso al poder central. Un sistema político donde no se controla ni se fiscaliza, donde las contrataciones públicas se deciden a voluntad y las autoridades se reeligen indefinidamente.

¿Somos una verdadera democracia? Difícilmente.

colaboradores@granasa.com.ec