La Grecia del Caribe

Hubo una época en la que se podría haber dicho que Puerto Rico, inmerso en una profunda crisis de deuda, estaba retornando a sus raíces latinas, pues en su momento, los gobiernos latinoamericanos fueron líderes mundiales del endeudamiento excesivo. Hoy, la deuda pública de EE. UU. es de alrededor del 100 % de su PIB, y la ciudad de Detroit acaba de declararse en bancarrota. Quizás finalmente Puerto Rico esté tornándose más estadounidense o se esté poniendo más europeo, dada la semejanza entre sus problemas de deuda y los de Grecia. Luego de que este último país adoptara el euro, pudo obtener créditos a una tasa de interés que no era mucho más alta de la que pagaban los países del norte de Europa, a pesar de que su política fiscal distaba enormemente de la de Alemania o de Finlandia. El resultado fue una masiva acumulación de deuda con el fin de financiar gastos corrientes en lugar de invertir. A Puerto Rico -territorio de EE. UU.- también se le ha permitido endeudarse demasiado durante demasiado tiempo. Hay muchos culpables de por medio. Los críticos apuntan a instituciones presupuestarias débiles, contabilidad confusa y un populismo fiscal generalizado entre los políticos de la isla.

Puerto Rico y sus líderes pueden aprender tres lecciones de importancia a partir de Grecia. Primero, es inútil pretender que se puede evitar la reducción de la deuda. Y llegado el momento, el recorte debe ser de tamaño suficiente para eliminar el sobreendeudamiento y fomentar la inversión privada. No se sabe con exactitud cómo se llevará a cabo la reducción de la deuda en Puerto Rico. Pero no cabe duda de que sí habrá una reducción. La segunda lección es que las autoridades deben poner la política fiscal en una senda sostenible, y reconocer que la respuesta no reside exclusivamente en la austeridad. La economía de Puerto Rico se había estado contrayendo desde antes de la crisis, y los recortes de gastos y aumentos de impuestos desde que la crisis estallara solamente han empeorado la situación. Una solución consistiría en establecer una regla de responsabilidad fiscal como la que se ha adoptado en países que van desde Nueva Zelanda, a Suecia, Colombia y Chile, manteniendo el gasto por debajo de lo que el Gobierno pueda recaudar en impuestos al largo plazo (asegurando la sustentabilidad), y permitiendo déficits cuando la economía opere por debajo de su potencial y la recaudación del Fisco sea anormalmente baja (garantizando flexibilidad y contribuyendo a la estabilización macroeconómica). La tercera lección que se desprende de Grecia es que no basta con ajustes de tipo macroeconómico; los países cuya deuda es muy alta también necesitan contar con una estrategia de crecimiento que sea creíble. Durante mucho tiempo, la economía de Puerto Rico creció a base de incentivos fiscales a las empresas, pero a partir de 1996 el congreso de EE. UU. eliminó esos incentivos, sin elaborar ningún plan de desarrollo. Puerto Rico no va a pagar su deuda a menos de que su economía crezca. Los acreedores y legisladores estadounidenses deben aceptar esta realidad, y actuar de manera acorde.

Project Syndicate