En seis años solo en el lado oeste hubo inversión. Se transformó un edificio de 1952 en hotel: el Man Ging. Costó $ 10 millones. El Colegio de Abogados del Guayas readecuó otro edificio antiguo.

Edificios vacios recorren la 9 de octubre

A lo largo de la 9 de Octubre hay edificios históricos, varios con pisos desocupados. Algunos tienen cartel de ‘Se alquila’, otros con pisos en reparación o sin uso permanente.

Plantado justo en los bajos del edificio ubicado en la esquina sureste de la avenida 9 de Octubre y Pichincha, Édison Barahona León, aclara que el panorama para este inmueble de siete pisos ha cambiado en las últimas semanas. Se lo comenzó a rehabilitar para una próxima ocupación. Tanto, que en estos días ya cuelga en una de sus fachadas el cartel de ‘Se alquila’.

Barahona, quien es uno de los cambistas que se colocan cada día a su sombra, asegura que aquel no es cualquier edificio. “Aquí vivió el expresidente Carlos Alberto Arroyo del Río. Es un bien patrimonial”, dice.

Algo que también lo asegura Gunnar Lundh Iturralde, uno de los voceros de Banco DelBank, quien confirma a EXPRESO que el edificio está en proceso de rehabilitación y que fue comprado hace dos años por la empresa Global Business, parte del Grupo Delgado, de propiedad del manabita Héctor Delgado Alvarado.

“Se lo destinará para oficinas. Los locales de abajo, se espera que se alquilen para negocios seleccionados, no vinculados con los servicios de alimentos. Es decisión del dueño darle de esta manera una puesta en valor por ser un edificio que es parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad”, aclara.

Aquel es uno de los 16 edificios y solares vacíos o con estructuras que comenzaron a construirse en su momento, pero que finalmente terminaron sin uso, que están distribuidos a lo largo de los casi dos kilómetros y medio que cubre el bulevar 9 de Octubre desde el malecón del río Guayas hasta el margen este del estero Salado. Una especie de rompecabezas al que le faltan cada vez más piezas.

Cada edificio tiene una historia particular. Justo en la esquina noroeste de Córdova con la 9 de Octubre, está un edificio de seis pisos. Solo está en uso la planta baja, el resto está desocupado.

Sus dueños, quienes viven en los Estados Unidos, esperan habilitar a mediados de junio el ascensor, que está dañado desde hace más de dos años. “Se lo rehabilitará poco a poco. La inversión es muy costosa. Solo en reponer el ascensor se pagó 18 mil dólares”, explica el administrador.

La suerte también cambió para el edificio en el que hasta diciembre del 2013 acogió al consulado de los Estados Unidos. Como informara este Diario, está siendo alquilado o vendido por su actual dueña, la empresa Distelar.

En el número 1407 está el edificio Buendía, de siete plantas, construido en la década de los 50. Hasta hace tres años solo la planta baja estaba ocupada por la empresa aérea Tame, que es la dueña. Se desconoce su destino final. Por lo antiguo de su construcción, resultaría muy costosa la inversión en rehabilitar un edificio que ha estado en desuso hace más de diez años. EXPRESO preguntó a Tame, a través de su departamento de comunicación, el destino que se le planea dar al edificio, que también aparece en la lista de arquitecturas patrimoniales de la ciudad, pero no hubo respuesta alguna.

Cerca de ahí, en la esquina suroeste de Esmeraldas, se inicia una sucesión de cuatro edificios, cuya hilera termina del lado de Hurtado. Solo el ubicado en el número 902, está ocupado en la planta baja por un local de venta de empanadas. El resto está desocupado. Son construcciones de dos plantas. Uno de estos, se encuentra en alquiler, junto con un galpón, mientras que el otro, el de propiedad de Inmobiliaria Rosa Elena, tiene abierto un expediente por no pago de predios y servicios en una de las comisarías municipales.

En la otra acera del bulevar, entre Esmeraldas y José de Antepara, hay un galpón con un cerramiento con malla metálica, en el que se acumula basura. Nadie da información sobre el propietario.

Una de las esquinas con más vacíos urbanos es la intersección con la calle Tulcán. En la punta noreste aparece una estructura metálica que ocupa un terreno de casi 1.000 metros cuadrados.

Es de propiedad de un consorcio hotelero local. La obra quedó inconclusa hace más de diez años. Su dueño, Nicolás Peribonio González, asegura que el proyecto inicial determinaba la construcción de un hotel turístico de tres pisos. “Aspiraba a que sea un hotel de tres o cuatro estrellas”, dice este empresario, quien se inició en el mundo de los negocios con la de comercialización de artículos de bazar e insumos agrícolas. Cada cierto tiempo se da mantenimiento a la estructura -se la pinta- para que no la corroa la humedad. “No tengo como para invertir. No es el momento aún, puede que en un futuro concluya la obra”, responde a este Diario por vía telefónica.

A un costado, hacia Los Ríos, está cercado un solar de 400 metros cuadrados que estuvo ocupado por una casa antigua. Ya desocupado, fue adquirido por la familia Loor Castro, que hace un año inició la construcción de un parqueo, un proyecto que no se concretó.

Del otro lado de la calle Tulcán están anclados los pilotes de lo que se proyectó como la nueva sede del Fondo de Cesantía del Magisterio. Lleva más de 25 años desocupado. El proyecto se detuvo cuando esta organización pasó a ser administrada por el IESS.

El viaje por terrenos y edificios vacíos termina en la calle Tungurahua, donde hay un edificio de 14 pisos. Comenzó a ser construido a inicios de la década del 90, pero fue incautado por el Estado. Ahora es de propiedad de Ferriban, a cuyos voceros no se pudo ubicar.

Así, aunque cada predio tiene su historia, un edificio sin ocupantes o un solar sin construcción es como una pieza faltante en el rompecabezas urbano y genera un efecto de desaceleración o vacío, en una avenida que constituye el centro de la actividad comercial, económica y turística de la ciudad.

Hay deterioro, basura y maleza

En el edificio Buendía, no solo la fachada está despintada; en el soportal duermen mendigos que hasta hacen sus necesidades allí mismo.

En el caso del solar ubicado entre Esmeraldas y José de Antepara, hay suciedad dentro del cerramiento y el galpón aparece descolorido.

En el caso de los solares ubicados en la calle Tulcán, el que pertenece al Fondo de Cesantía del Magisterio, está lleno de matorrales; mientras que el sitio donde se proyectó un hotel, la acera aparece en algunos tramos levantada y parcialmente destruida.

Según José Núñez, asesor de la Dirección de Urbanismo, Avalúos y Registro del Municipio, como sucede con cualquier bien privado, cada propietario debe cumplir con las tasas o impuestos municipales. Esto implica mantener las fachadas pintadas y soportales limpios. Pero, obviamente, los casos pueden ser diferentes.

Cuando no sucede esto, por líos entre herederos o la incautación legal del bien, el Municipio debe decidir, luego de tres o cuatro años de abandono, en darle el mantenimiento requerido. “Solo así podemos entrar a ejecutar esos trabajos”, dice Wilfrido Matamoros, de la Fundación Guayaquil Siglo XXI.

Hay edificios que están parcialmente desocupados, como el ubicado en la esquina de Escobedo, donde queda la sede del consulado de Mónaco. Tiene tres plantas, la baja la ocupa un almacén de electrodomésticos; el segundo, aunque está amueblado, solo se lo abre cuando hay actos diplomáticos. Sin embargo, aparece con una fachada reluciente. Igual ocurre con el edificio de siete pisos en José Mascote. Solo la planta baja está ocupada, pero luce recién pintada.