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Trump  fue enjuiciado políticamente dos veces y en ambas salió absuelto. Guillermo Lasso evitó el proceso, llamando a muerte cruzada.Expreso

Análisis Estratégico: Juicio político vs. ‘impeachment’

Para demostrar las diferencias, vale recordar que en EE. UU. tanto Clinton como Trump tuvieron que enfrentar juicios políticos

Más allá de la sutileza del lenguaje y si la traducción es válida, hay una gran diferencia entre el uno y el otro. En Estados Unidos es una institución diseñada para que un presidente electo democráticamente no se convierta en tirano y no una simple argucia para destituirlo porque a un grupo le desagrada su gobierno y tiene los votos necesarios en la asamblea para defenestrarlo, como se intentó en nuestro país.

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Nuestro ángulo de visión de esta situación será siempre desde la comunicación y cómo hemos arribado hasta aquí, gracias a grandes fallas en esta disciplina de un lado y al abuso de la otra, que inundó todos los medios de comunicación, tradicionales y digitales con medias verdades, relacionando hechos inconexos y y fechas para repetir ‘fake news’ hasta el agotamiento.

El hecho de que se haya tratado de un juicio político no excluía la necesidad de probar fehacientemente que la causal admitida por la Corte Constitucional debía ser probada y no solamente esgrimida como licencia para que se repitan ‘ad nauseam’ acusaciones de todo tipo, amparándose en la libertad de opinión y en el ánimo de lograr un objetivo político, como lo vimos el pasado martes. Tampoco se puede obviar que el Ejecutivo tuvo la oportunidad, hace un par de meses, de no permitir que la mecha de este juicio político se encienda. Tuvo la clara ocasión de distanciarse de eventos y personas de manera clara y contundente y no lo hizo, sino cuando había transcurrido demasiado tiempo. Decía Maquiavelo: “El defecto habitual del hombre es no prever la tormenta cuando hace buen tiempo”, pero ese y cualquier otro error político similar no son causal para desestabilizar un país y su sistema democrático.

Para demostrar las diferencias entre estos procedimientos vale recordar que hace 25 años en EE. UU., una de las sociedades más liberales (y de doble ‘standard’) del planeta, un escándalo en la vida personal de Clinton fue causante de un ‘impeachment’. Se lo acusó de haber mentido al país al negar la relación no-sexual, de acuerdo a su visión, con una pasante. Los estudios de opinión arrojaron que el país estaba dispuesto a perdonar su desliz, pero no su mentira; así lo reveló el consultor político que lo asesoró para salir absuelto y ser reelecto poco después. Es importante mencionar que la economía de ese país no se vio afectada porque el gobierno no descuidó su agenda ni un solo día.

El otro caso reciente es el de Trump, que fue enjuiciado políticamente dos veces y en ambas salió absuelto a pesar de no contar con mayoría en el Congreso, es más, en la segunda ya no era presidente y el mundo vip los desmanes ocurridos en el Capitolio, pero no se pudo probar su participación directa en esos eventos. Es muy probable que vuelva a correr por la presidencia en las próximas elecciones.

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Un ‘think tank’ demócrata diseñó una guía para sus partidarios para liderar la narrativa de ese juicio político contra su adversario y recomendaba a los voceros: 1. Mantenerse en mensaje. Destacar la importancia de la Constitución y la democracia y cómo estas se hallaban bajo amenaza. 2. Usar las noticias del pasado como soporte. Enfocar la narrativa en que el presidente había ofendido varias veces los valores del país. 3. No abrir otros frentes de comunicación. Algunos hechos al margen pueden desviarnos de lo fundamental que es hacer respetar la Constitución, no permitir que los demagogos logren sus propósitos de obtener triunfos políticos. 4. Un llamado a la acción. Hay que hacer sentir a los miembros del Congreso su obligación de actuar responsablemente, no políticamente.

La otra gran diferencia entre el juicio político y el ‘impeachment’ en EE. UU. es que hay límites que no se cruzan. Por ejemplo, a nadie le recomiendan mentir o alterar la verdad.