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Urdesa. El guardia de la foto, como muchos otros, optó por tapar su rostro mientras vigilaba un local sin clientes, el 31 de agosto de 2023.Joffre Flores

La inseguridad marca horarios a restaurantes y ‘mata’ las ventas

Hay una caída de ingresos del 30 % al 60 %, según locales consultados. Los pedidos a domicilio están despuntando. Hay pérdidas de plazas de trabajo

El escenario angustia en Guayaquil. Las ventas en los restaurantes han caído entre un 30 % y un 60 %. Pero hay casos en los que el desplome es mayor.

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Son las 18:30, es fin de mes y no hay clientes en los restaurantes en Sauces VI. El dueño de uno de los locales cuenta que en un día así antes vendía 1.000 dólares, pero ahora no llega ni a 200.

“Tenía siete colaboradores, tuve que despedir a cuatro. La situación se volvió crítica desde hace dos meses, cuando hubo un tiroteo en esta zona”, cuenta el dueño del local, mientras su esposa ruega que en este artículo no aparezca ni su nombre ni la marca del negocio.

Ella cruza sus manos como quien va a rezar y pide: “Por favor, sin fotos y sin videos. Aquí nos pueden hacer algo tan solo por hablar con los periodistas. Porque además del desplome de las ventas, también estamos expuestos a las extorsiones”. Al terminar de hablar, la señora se persigna, un gesto que muestra cuán asustados están.

Antes salía a comer con frecuencia, ahora no. Los restaurantes están vacíos y esto afecta la economía del dueño del local, del que cuida carros y de los proveedores.

Javier Negrete,

habitante de Urdesa
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Vía a Samborondón. A las 18:00 este era el ambiente en la vía a Samborondón. Se repite el escenario: restaurantes sin clientes, por el temor generalizado causado por la inseguridad.Joffre Flores

El miedo a represalias hace que casi todas las personas consultadas no acepten identificarse en un recorrido realizado por Urdesa, Kennedy, Sauces, vía a Samborondón y el sur de la ciudad.

En forma general, coinciden en que el grueso de las ventas ahora se hace vía delivery. Por eso algunos cuentan que van a cerrar el local y quedarse solo con una cocina, para ofrecer el servicio a domicilio.

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Sur de Guayaquil.- Un guardia cuida el local que está sin clientes.Joffre Flores

La eliminación de negocios también preocupa. El presidente de la Asociación de Restaurantes de Guayas (Asorest), Carlos Barrezueta, explica que desde 2019 un 15 % de los negocios de gastronomía formales de la provincia han cerrado. Aclara que no es posible especificar cuántos lo han hecho por la inseguridad, pero la razón general es por la reducción drástica de las ventas. Al momento se cuantifican 3.000 locales que están activos.

En Urdesa se habla de una caída en las ventas del 30 % al 60 %. En la vía a Samborondón la situación es parecida.

He reducido las visitas a los restaurantes entre un 50 y 60 por ciento, por temor a la inseguridad. Antes me gustaba salir por las noches a caminar y ya no lo hago.

Gabriela Cirani,

habitante

de la vía a Samborondón

En la Kennedy hay calles con escasa iluminación y ello contribuye más a la inseguridad. Aquí cuentan que cuando hay revueltas en la cárcel o asesinan a un personaje público, las ventas son casi nulas. “Al día siguiente de que mataron a Fernando Villavicencio, mis ventas se desplomaron en un 90 %”, asevera la dueña de un local de comida típica.

La inseguridad manda hasta en el horario de atención. “Antes trabajaba hasta medianoche, ahora solo hasta las 22:00”, comenta la dueña de un cangrejal.

José Moreno, asistente de otro restaurante, señala que antes atendían hasta las 02:00. Ahora, según el movimiento, se quedan hasta la medianoche o 01:00. En el sector de la avenida Narcisa de Jesús, la propietaria de un negocio dice que ahora atiende únicamente hasta las 15:00, cuando antes trabajaba hasta las 22:00.

El problema es que hasta en lugares selectivos falta la tranquilidad. Tenemos el caso de un grupo de mujeres que estaban comiendo en un centro comercial, cuando un hombre se acercó a venderles empanadas. Ellas le advirtieron que ya estaban comiendo, entonces el tipo les solicitó dinero, con el argumento de que tenía hambre. Una de ellas le dijo que tomara un bocado de los que estaban en el plato y el hombre, sin permiso, se sentó a la mesa, se comió todo y se bebió el vino. Ellas, angustiadas, miraban a todos lados para ver si aparecía algún guardia, pero no. Al final el hombre se fue, pero la velada, lejos de ser un momento de relax, fue estresante. “Sentí pánico de que nos roben o de que nos sigan. No entiendo cómo pasó los tres filtros que hay para acceder a este lugar”, se cuestiona una de las mujeres del grupo, quien por temor a represalias tampoco acepta ser identificada.

La situación es tan crítica que hay más clientes que también se quejan de personas que piden dinero en los patios de comida de los centros comerciales.

Da la sensación de que los delincuentes pueden hacer lo que quieran sin que nadie los detenga, se quejan los ciudadanos. “Fui a un restaurante a retirar un pedido. Entró un hombre y otro se quedó en la puerta. El que ingresó al local me pidió dinero a cambio de no hacerme nada”, relata otra ciudadana.

Un estudio de Ipsos concluye que el 37,5 % de las personas consultadas están dispuestas a ir a un restaurante solo si hay guardia. Pero según Asorest, hay escasez de guardias privados, lo que complica más la situación.

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SucesoLas ventas en los restaurantes se desploman más cuando hay revueltas en la cárcel o asesinan a un personaje. La situación es crítica para la economía.

EL CONTRASTE

  • En Quito, la actividad y las inversiones no se han detenido

Cumbayá, La Floresta y la avenida República de El Salvador son zonas donde se concentra el movimiento gastronómico en Quito: nuevas ofertas e inversiones. En estos espacios, la inseguridad parece no sentirse, ya que es común ver la apertura de nuevos locales y un flujo normal de clientes, que entran y salen sin aparente temor. Allí está el termómetro de tendencias y propuestas, pese a que, en realidad, la apertura de locales de preparación de comida ha proliferado a lo largo y ancho de toda la ciudad.

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Así lo confirma Diego Vivero, vocero de la Agremiación de Restaurantes de Pichincha (Agrepi): “Esa percepción es correcta. Entendemos que la situación en la Costa es distinta a la que vivimos acá. Hemos visto una interesante activación desde abril, cuando la gente tenía miedo a salir. Hay un efecto importante en las ventas de los negocios de alto perfil, los restaurantes de cuatro y cinco tenedores. Claro, no somos incautos y vemos las realidades de los últimos días. De hecho, estábamos listos para un nuevo remezón, pero no sucedió. Desde hace un año, junto a la Policía, trabajamos en el programa ‘Restaurante seguro’, intercambiando estrategias y acciones. De esta forma, los clientes se sienten más seguros en nuestros locales. La gente no quiere dejarse ganar por el pánico y creemos que en los siguientes meses, si la incertidumbre va bajando, los clientes podrán retomar su vida con tranquilidad”.

InformalidadLa situación laboral ha llevado a profesionales a emprender negocios de comida, lo cual satura el sector.

Por su parte, John Aguirre, propietario de Pulpo Restaurante, ubicado en La Floresta, añade que si bien es cierto que la percepción de inseguridad dentro de los locales no se siente como en otras ciudades del país, es necesario trabajar en reforzar medidas en los exteriores.

“Vemos cómo cada tres meses se abre al menos un nuevo restaurante en el área donde operamos. Y sabemos que esto debe venir acompañado de un servicio de parqueo y vigilancia, porque al haber robos a vehículos y personas en las calles, los clientes exigen eso para venir. Nosotros contratamos a un guardia de seguridad y a otras dos personas, una para que vigile los autos y otra como valet parking para cuando ya no hay espacio”, dice.

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Tanto para Vivero como para Aguirre, aunque la inseguridad es un problema transversal en la sociedad, en el sector gastronómico de Quito hay otros que impactan más directamente en la actualidad, como el desempleo. “El año pasado en un fin de semana había un aforo de 40 personas, hoy son 20 o 25. Personas y conocidos nos dicen que están sin trabajo y eso ha hecho que baje la afluencia”, señala Aguirre.

Mientras que para Vivero, el desempleo se traduce en informalidad. “La desesperación de los profesionales, abogados, médicos o ingenieros de buscar un sustento, los lleva al emprendimiento improvisado, ingresando a una industria que parece fácil, pero no lo es. Lamentablemente, cuando la oferta sobrepasa a la demanda todos salimos perjudicados. Hay oferta informal que no paga ni afilia a los empleados, no tributa, y eso prostituye la actividad. Hay mucha informalidad y mucha permisividad de las autoridades”, analiza. (SAS)

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