Los cuatreros no dan tregua
El delito de abigeato contempla distintas penas de prisión, según sea un mero robo (de uno a tres años), exista fuerza (de tres a cinco), violencia (de cinco a siete) o se cause la muerte a una persona (de veintidós a veintiséis).
Duermen con un arma de fuego bajo la almohada y un ojo entreabierto. Algunos incluso han contratado los servicios de guardaespaldas. Se sienten vulnerables, pero defenderán lo que tienen “a capa y espada”. Y más ahora que los cuatreros parecen decididos a destruir sus negocios.
Son muchos los motivos que, a juicio de los productores de reses, han provocado un aumento progresivo del abigeato desde 2010: la “escasez de empleo y circulante”, las restricciones al porte de armas, el miedo a represalias de las bandas, la “reducción” de los patrullajes preventivos con la Policía Nacional, la “falta de preparación” de los agentes, la “poca contundencia” de la Justicia...
Gruber Zambrano, que preside la Asociación de Ganaderos de Santo Domingo, y Teófilo Carvajal, gerente de la Federación de Ganaderos de Ecuador (Fedegan), consideran que los saqueos subieron “un 20 por ciento” en 2015 con respecto al año anterior. Similar es la lectura de Gerónimo Sosa, fundador e impulsor de varios colectivos en Guayas, quien remarca que la proporción de víctimas ha crecido de forma alarmante: “Antes, el problema afectaba al 3 o 4 por ciento. Ahora, uno de cada tres ya ha sufrido algún robo”.
Todos coinciden en que el incremento es aún mayor si se toma como referencia 2010, año en que el Gobierno ecuatoriano eliminó la posibilidad de cargar armas a lo largo del territorio nacional. Hoy, el porte se limita, previa autorización, al cantón donde el ganadero desarrolla su actividad.
El pasado 1 de febrero, este diario remitió un mail al Ministerio del Interior para solicitar distintas estadísticas sobre el número de denuncias por abigeato, de detenidos, de vacas robadas (cuyo valor por unidad suele rondar los mil dólares) y de asesinados y agredidos desde 2009. Y tres días después pidió una entrevista con un dirigente para que “todas las partes” expresaran sus opiniones. Pero hasta ahora no ha obtenido respuesta.
Por el momento, los únicos datos sobre denuncias, que no reflejan la cantidad de casos porque más del 95 por ciento nunca trasciende, aparecen en ecuadorinmediato.com y elproductor.com. Según el primero, en 2010 se interpusieron 953, mientras que el segundo habla de 2.137 en 2015. Conforme a estas cifras, se habría registrado una subida del 124,23 por ciento. “Las estadísticas no pueden estar detrás del escritorio”, critica José Mesa, presidente de la Asociación de Ganaderos de Balzar durante tres períodos distintos.
Tanto él como el resto de los líderes consultados auguran que 2016, dada la actual situación económica de Ecuador, será un año muy duro para el sector. “Si no hemos dormido con las vacas, tendremos que hacerlo”, resalta a EXPRESO Amado Zambrano, presidente de la Asociación Agroindustriales San Jacinto 1 de Balzar.
A pesar de que en su colectivo cuentan con un sistema de comunicación por radio conectado a la Policía Nacional, Luis Machuca, responsable de seguridad en la asociación, destaca que “ahora se hacen menos” patrullajes preventivos en colaboración con las fuerzas de seguridad. Y Fátima Ronquillo, presidenta de la Asociación Agrícola y Ganadera Clementina Ronquillo Gallardo, incluso afirma que los policías “nunca” llegan “adonde las papas queman”. Ella, que sufrió un intento de asesinato en 2012, cree que el sicariato contra los productores también ha subido en los últimos tiempos.
Esa desconfianza en la labor policial lleva a Teófilo Carvajal a cuestionar la efectividad de la Unidad de Investigación Contra el Abigeato (UICA), implantada hace un año. Él apuesta por incorporar a agentes de la zona que dominen el terreno, ya que “en los cantones se suele saber quiénes roban”.
El abigeato y la caída del precio de venta a mayoristas, fijado en 60 centavos la libra sin faenar, ha incidido en un sector que sigue perdiendo productores de forma constante.
Mientras a principios de siglo había 5,2 millones de cabezas censadas, hoy existen 4,5, un 13,46 por ciento menos. La bajada se dispara hasta el 30 por ciento en cantones como Balzar. “Quienes no lo dejan es porque no tienen alternativa”, sentencia el gerente de la Fedegan, cuya organización reclama la declaración en “emergencia” de la ganadería ecuatoriana.