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Mantener entidades de lucha contra la corrupción, como en el Gobierno de Lasso, ha mostrado sus vicios.CORTESÍA

El combate a la corrupción, sin hallar lugar para actuar

Expertos discuten la fuente de la lucha anticorrupción. El Ejecutivo la vuelve estéril. Fortalecer la Secretaría, una opción contemplada

Desde dónde se debe impulsar la lucha anticorrupción es un nuevo tema en debate tras la revelación de una presunta trama de corrupción en la cúpula de las empresas públicas que, además, provocó señalamientos a la Secretaría Anticorrupción hasta el 23 de enero estuvo liderada por Luis Verdesoto. Interrogante que, según los consultados por EXPRESO, no se soluciona con un “modelo mágico”, pero sí fortaleciendo capacidades para dicho objetivo.

Sin embargo, discrepan en qué o a quiénes hay que fortalecer para impulsar el combate a la corrupción. Germán Rodas Chaves, coordinador de la Comisión Nacional Anticorrupción, señala que las secretarías adscritas al Ejecutivo “están condenadas al fracaso porque son empleados del mismo Gobierno”. En esa línea, considera que institucionalizar la lucha contra la corrupción es una idea fallida y que se debe abandonar.

El trabajo de la Secretaría Anticorrupción y la sociedad civil se complementa. Lo que hay que hacer es fortalecer las capacidades de la entidad, darle dientes.

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“Lo que queda por hacer es fortalecer al sistema de justicia, las superintendencias, la Contraloría General del Estado y a la sociedad civil para que actúen de primera mano”, continúa Rodas y señala que el Estado debe apuntar a un sistema anticorrupción que no dependa (o se le haga difícil intervenir) del Ejecutivo o del Gobierno de turno. “El poder quiere que le digan que todo está perfecto. Las Secretarías Anticorrupción están destinadas a fracasar”, sostiene.

Apreciación que José de la Gasca, exsecretario Anticorrupción en el mandato de Lenín Moreno, no comparte, pero comprende por las condiciones y el tratamiento que han tenido las secretarías destinadas a la lucha contra la corrupción que las han vuelto un ‘fusible’ ante cualquier escándalo de ilícitos. “El problema inicia porque se crea la idea de que estas entidades son como una Fiscalía de la Presidencia”, hace hincapié.

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Por ello, la alternativa que De la Gasca plantea es que estas entidades “tengan dientes” para poder actuar con eficiencia. “Esto implica permitir que la Secretaría sea un hilo conductor entre todas las instituciones de control y de lucha contra la corrupción”, continúa y también destaca la importancia que la entidad participe en las empresas públicas, como el primer mandatario dispuso días atrás, pero que, según De la Gasca, “ya fue muy tarde”.

Sea desde el Gobierno o desde la sociedad civil, tanto Rodas como De la Gasca coinciden en que otro de los problemas a resolver para darle cabida a una eficiente lucha anticorrupción es la transparencia y fácil acceso a la información. Una labor que, según explican, la debe trabajar el Gobierno para que, junto a los cambios que proponen, permitan el funcionamiento del combate a la corrupción.

La Comisión es clara: toda secretaría u organismo de lucha contra la corrupción adscrita al Ejecutivo está destinada a fracasar por su dependencia del Gobierno de turno.

Germán Rodas Chaves, coordinador de la Comisión Nacional Anticorrupción