La escasez de alimentos (del 80 % según la firma Datanálisis) creó “angustia colectiva”, por lo que el grupo de personas busca incentivar la creatividad y generar “alivio”.

La cocina venezolana en tiempos de crisis

Arepas de auyama (calabaza) y remolacha, cáscaras de plátano que simulan ser carne mechada. Los venezolanos se las están ingeniando para mantener su dieta tradicional, deteriorada ante la severa escasez y el altísimo costo actual de la vida.

Arepas de auyama (calabaza) y remolacha, cáscaras de plátano que simulan ser carne mechada. Los venezolanos se las están ingeniando para mantener su dieta tradicional, deteriorada ante la severa escasez y el altísimo costo actual de la vida.

Acostumbrados a importar casi todo lo que consumen, muchos han tenido que poner a prueba su inventiva, como Margarita Monge, una costurera de Ocumare que elabora platos “con lo que hay”.

De 65 años, esta mujer cuenta que ante la falta de harina de maíz hace arepas (plato típico venezolano por excelencia) con arroz partido (un residuo del normal), batata (boniato o camote), ocumo (un tubérculo) o zanahoria blanca. “¡Quedan riquísimas!”, cuenta.

Con talento individual surgieron más variaciones exóticas de la arepa: de papa, yuca, auyama o remolacha. Y esa chispa se ha expandido gracias a iniciativas como la página de Facebook ‘Aguantando la pela’ (golpiza) y cursos para cocinar con sustitutos nutritivos.

Abierto hace dos meses, el grupo de Facebook ya tiene 74.000 miembros que reciben consejos para preparar platos con pocos ingredientes y comparten recetas y experimentos culinarios.

“Fue como lanzar un fósforo sobre una hojarasca. Agarró fuego rápidamente porque todos experimentamos la misma situación”, dijo Richard Hernández, emprendedor de juegos educativos, quien creó la página con el productor audiovisual Vladimir de Chelminski.

Chelminski, de 37 años de edad e interesado en temas nutricionales, admite que para “comer bien en Venezuela” se requiere “o mucho dinero, o mucha creatividad, o hacer colas de seis horas”.

“Se está pasando hambre, pero no porque no haya qué consumir, sino porque no saben cómo consumirlo”, señala Chelminski en una cocina en Caracas donde una integrante del grupo prepara “carne mechada”: en realidad, tiras de cáscara de plátano maduro con la apariencia de esa preparación.

Ante la crisis, los venezolanos han aumentado el consumo de carbohidratos y reducido la compra de alimentos, principalmente proteínas animales.

Un nutricionista que participó en el estudio, Pablo Hernández, señala que según el Observatorio Venezolano de la Salud, el ciudadano promedio ha perdido de tres a cinco kilos de peso este año.

En su informe de gestión de 2015, el Ministerio de Alimentación aseguró que en 16 años el chavismo redujo en un 84,4 % la población que padecía hambre; aunque admite que el Gobierno disminuyó la importación de alimentos para incentivar la producción nacional.

Mientras eso se logra, el ingenio seguirá aflorando con recetas como el ‘café gato por liebre’ (una infusión de harina de maíz tostada o de harina de arroz tostada), el ‘tetero sin leche’ (un biberón de agua de arroz o de plátano), o secretos para hacer que 250 gramos de carne molida alcancen para seis personas.