Sigue el luto. Un hombre envuelto en una bandera belga sostiene una vela frente de Bruselas Bolsa de Valores, en la Place de la Bourse, en la parte baja de ese lugar, una multitud rinde tributo a las víctimas de los atentados del pasado martes.

Bruselas: identificar a las victimas es un calvario

Al norte de Bruselas, el imponente edificio del hospital reina Astrid, vigilado estos días por militares armados, se ha convertido en el lugar donde se lleva cabo el largo y complejo proceso de identificación de los fallecidos en los atentados. “Acogem

Al norte de Bruselas, el imponente edificio del hospital reina Astrid, vigilado estos días por militares armados, se ha convertido en el lugar donde se lleva cabo el largo y complejo proceso de identificación de los fallecidos en los atentados. “Acogemos los cuerpos y recibimos a las personas que no han encontrado a sus allegados”, explica Bernard Bolly, un portavoz.

En la unidad de quemados siguen ingresados varios heridos, algunos graves. Para las otras familias, las que llevan desde el martes sin noticias de sus allegados, el hospital ha habilitado una unidad de acogida de apoyo psicológico. Pero el trabajo es lento.

En este centro están los fallecidos en la explosión de la estación de metro de Maelbeek y hasta ahora muy pocos han sido identificados formalmente, una prueba de la dificultad de un trabajo que según los forenses necesita ante todo tiempo.

“Muchas de las víctimas no son belgas, tenemos que reunir en el extranjero los datos necesarios”, explica el doctor Philipe Boxho, director del Instituto Forense de la Universidad de Lieja.

Para identificar los cuerpos, los tres principales métodos son la dentadura, el ADN y las huellas dactilares. El primer sistema es el más rápido, pero hace falta ponerse en contacto con el dentista, algo complicado si las víctimas son extranjeras. El ADN necesita muestras aportadas por la familia y el inconveniente de las huellas dactilares es que las personas tienen que estar en un registro.

Mientras, muchas familias siguen recorriendo hospitales y buscando desesperadamente información de sus seres queridos. Charlotte Sutcliffe, la mujer del británico David Dixon, un informático que lleva 10 años viviendo en Bruselas, no ha descansado en la búsqueda de su esposo.

Su familia no sabe nada de él desde que les envió un mensaje asegurando que estaba bien tras el estallido de dos bombas en el aeropuerto. Se sospecha que luego entró en el metro, donde estalló la tercera bomba. Sutcliffe explicó que había una larga cola para proporcionar a la policía todos los datos de los desaparecidos, desde el historial médico y dental a la ropa que llevaban.

Las explosiones dejaron los cuerpos muy maltrechos. Además, los investigadores quieren una certeza del 100 %.