Cartas de lectores: Boicot al Aeropuerto Internacional Cotopaxi

El aeródromo fue construido e inaugurado en la administración de Correa y ampliado en el gobierno de Moreno, con altas inversiones, pues se quería que se constituya en el aeropuerto alterno de Quito. Solo en infraestructura se habrían hecho inversiones por casi US$ 70 millones; y, adicionalmente, varias en las carreteras del sector con el objeto de facilitar el transporte de carga. 

Por ejemplo: el mejoramiento de la vía de 147 kilómetros entre La Maná y Latacunga; la ampliación de 47 kilómetros del tramo Jambelí-Latacunga; y la rehabilitación de la ferrovía Quito-Latacunga por más de US$ 21 millones, todo con el propósito de facilitar las operaciones del nuevo aeropuerto.

Increíblemente, los administradores del terminal de Quito siempre se opusieron a su funcionamiento por considerar que su crecimiento futuro podía afectar su rentabilidad, pese a que se trata de proyectos de distinta envergadura, no similares y no competitivos por los volúmenes de pasajeros y de carga, pues el de Quito ya en el 2023 movilizaba más de 4,3 millones de pasajeros y unas 365.000 toneladas métricas de carga, con lo cual había alcanzado incluso mayor movimiento que los aeropuertos de Lima y Bogotá, concentrando en el plano nacional el 90 % de la carga total.

En concreto, el aeropuerto de Latacunga estando totalmente equipado por el sector público sigue sin operar, desaprovechando las inversiones señaladas y gastando recursos en su seguridad y en el personal asentado en Latacunga, contratado por la DAC.

Creo que dos razones deben ser consideradas por el Gobierno: los criterios constitucionales combatidos sobre monopolio y monopsonio; y el reconocido principio de ‘desarrollo armónico’ del país. Por proteger los intereses de un aeropuerto están afectándose los del otro, por lo que es indispensable buscar una alternativa satisfactoria para las dos partes.

Iván Escobar Cisneros