
A la batalla por la limpieza le falta educacion ciudadana
Basura. En Guayaquil, no todos los sectores reciben la recolección de basura diaria, sino solo tres veces a la semana.
La imagen muy común en la ciudad de basura en las esquinas, acumulada en fundas o regada por chamberos o recicladores, es una muestra elocuente de cómo le va a Guayaquil en su batalla por el aseo. No obstante, evidencia también de que esta es una guerra destinada a perder, a juzgar por la actitud de quienes deben ser sus ‘soldados’.
Por ejemplo, a las 12:00 del jueves pasado, en el patio de comidas de un centro comercial del norte, este Diario tomó nota de cuántas personas (en un área donde había 20) dejaron sus desperdicios sobre la mesa, en lugar de depositarlos en los tachos. Solo seis recogieron sus bandejas.
De igual manera, Andreína Suárez, una de los miles de usuarios del transporte público, narra cómo los niños arrojan basura desde las ventanas sin ninguna corrección de sus progenitores. “Y no solo los niños, los adultos son los primeros en hacerlo, de ahí aprenden”, agrega.
Una costumbre tan común y cotidiana, que este Diario pudo captar también cuando un conductor de un carro particular dejaba caer en la vía pública el envase plástico de una bebida.
Según el sociólogo Andrés Martínez, este tipo de comportamiento tiene solución a través de la educación y la sanción. “Un ejemplo exitoso es el uso del cinturón de seguridad. Antes nadie se lo ponía y desde que se endurecieron las sanciones todo el mundo lo usa. Y hoy prácticamente ya es una costumbre”.
En Guayaquil existe una sanción, dispuesta por ordenanza municipal, por sacar la basura fuera del horario establecido para la recolección. Es de 157 dólares. (El 42 % de la remuneración mensual básica unificada). Pero, por lo que ve en la ciudad, no ha dado los resultados esperados.
Por ello, el catedrático y también sociólogo, Guillermo Flores va más allá. Afirma que este tipo de comportamiento se forma en las distintas fases por las que atraviesa el ser humano, desde el nacimiento hasta la muerte. “Que haya sanciones no es una solución efectiva; el pilar es cambiar el comportamiento humano desde la educación de conciencia y amor por una ciudad limpia”.
“Lastimosamente, en las escuelas, colegios, incluso universidades, poco se hace por lograr algo positivo”, lamenta.
El consorcio Puerto Limpio, a cargo del servicio de recolección, mantiene una doble campaña para difundir los horarios y fomentar el reciclaje en el hogar. Su vocera, Karla Aguas, coincide en que “más allá del trabajo que se haga, si los ciudadanos no ponen de su parte, será imposible mantener una ciudad limpia”.
El psicólogo Carlos Silva Koppel lo atribuye a falencias en la educación ciudadana. Sugiere que la tarea de las autoridades sea motivar y provocar emociones. Cita el caso de Bogotá. “Allí ponían a mimos en las calles para que avergonzaran a los ciudadanos que cometían infracciones”.
Como se ha visto, ganar la batalla por el aseo requiere el cambio de actitud de los ciudadanos, que los motive al cambio y predisponga a colaborar en la meta.
La muestra de que esto es posible la pusieron ciudadanos japoneses en el Mundial de Fútbol de Rusia, cuando después del partido contra Colombia del 19 de junio, dejaron la zona que ocuparon totalmente limpia.
Proyectos ejemplares en Ecuador
No hace falta salir del Ecuador para tomar buenos ejemplos. Hace 18 años, el cantón Loja se convirtió en un referente nacional por su cultura ecológica. Allí se implementó el Centro Integral de Residuos Sólidos que convierte la basura en materia prima. No obstante, eso no sucedió solo, los ciudadanos fueron capacitados desde la escolaridad con campañas continuas sobre la conciencia ecológica y el valor de colocar los residuos en los sitios correspondientes.