
El barrio Santo Suelo revive gracias a la organización vecinal y la llegada de obras
Después de décadas de olvido, los moradores se organizaron para lograr importantes intervenciones en su localidad
Por años, el barrio Santo Suelo, ubicado al oriente de Ambato, permaneció en el olvido. Sus moradores estaban acostumbrados a convivir con calles polvorientas, inseguridad y abandono. Sin embargo, todo empezó a cambiar desde mayo pasado, cuando decidieron dejar de esperar y comenzaron a organizarse.
Un gran avance, por la unión
“En mis 58 años de vida nunca vi que nos atendieran con obras. Siempre fuimos invisibles”, relata Martha Quilapanta, presidenta barrial y testigo del cambio reciente.

Según cuenta, apenas conformaron el comité barrial, acudieron al Municipio y solicitaron una cita con la alcaldesa Diana Caiza. La autoridad escuchó sus necesidades y envió personal técnico a inspeccionar la zona.
El resultado fue casi inmediato. En menos de un mes, se completó el adoquinado del Pasaje Leito, una vía que colinda con las avenidas Bolivariana y Galo Vela —arterias que conectan con la parroquia Picaihua— y que antes servía como punto de encuentro para libadores y refugio de delincuentes.
“Nos parecía un sueño. Tantos años olvidados y, de repente, el cambio llegó”, comenta Mercedes Camino, otra vecina del sector. Además del adoquinado, se instalaron jardineras, se borran grafitis que afean las paredes y ahora el espacio se proyecta como un punto de encuentro saludable: las dirigentes planean usarlo para jornadas de rumbaterapia comunitaria y ferias.
Seguridad gracias a la mancomunidad
Otro logro reciente ha sido la gestión de alarmas comunitarias. “Queríamos instalar cámaras de seguridad con dinero recolectado entre los vecinos, pero el Municipio nos ofreció las alarmas y ya estamos recibiendo capacitaciones”, explica Camino. La importancia del sector, que conecta con varios barrios y está cerca de una unidad educativa, lo convierte en un punto clave para reforzar la seguridad ciudadana.
Animados por estos avances, los moradores no se han detenido. Ahora gestionan la construcción de un mirador en una quebrada próxima a la avenida principal, que permitiría atraer turismo barrial y embellecer aún más la zona.
“Lo más importante fue haber salido de nuestras casas, dejar de ver cómo pasaban las historias y ser parte de ellas. Nos organizamos y llegaron las respuestas”, recalca Quilapanta.

El nombre de Santo Suelo se remonta a hace un siglo. Cuenta la tradición que en un terreno de uno de los fundadores apareció la imagen de una virgen. En honor a ese hallazgo, el sector fue bautizado con ese nombre que hoy los llena de orgullo.
Aunque ya casi no quedan huertos como antes, la zona aún conserva su esencia productiva. “Aquí, quien emprende, progresa”, afirma la dirigente, convencida de que el barrio tiene alma trabajadora.
En la actualidad, unas 150 familias viven en Santo Suelo. Muy pronto planean realizar un censo comunitario para conocer con exactitud cuántos habitantes hay, cuántos son propietarios y cuántos inquilinos. “Es un paso más en el camino de organización, participación y transformación”, mencionó la presidenta de Santo Suelo.