
La Asamblea hace macarrones
Legislación en suspenso. Las reformas a la Constitución, el nuevo Código Penal, la Ley de Elecciones... Todo entre paréntesis hasta el 14 de mayo.
Próximo 14 de mayo: relevo de autoridades en la Asamblea Nacional. Saldo negativo para el oficialismo: Elizabeth Cabezas termina su presidencia con su bloque en desbandada y con María Paula Romo tomando las riendas del asunto para salvar los muebles. Las imágenes de la ministra del Interior ofreciendo declaraciones a la prensa como si fuera la jefa de bloque de un partido al que no pertenece, la deserción de siete legisladores inconformes, con José Serrano a la cabeza, y el fantasma de una desafiliación masiva, insinuado por la presidenta de la Comisión de Fiscalización, María José Carrión, ponen en evidencia la crisis del partido de gobierno. Una crisis que convierte la próxima elección de autoridades en una ruleta de resultados impredecibles. Aún Alianza PAIS es la mayor bancada del Legislativo, pero ¿y si no lo fuera?
“Vamos a llegar sólidos y con una candidatura única”, dijo María Paula Romo la semana pasada, al término de una reunión con los asambleístas de gobierno en Carondelet. “Si no se hacen correcciones a tiempo muchas personas se desafiliarán”, la desalentó María José Carrión ese mismo día. Luego vinieron las fotos en Palacio, donde ambas aparecen sonriendo de oreja a oreja junto a César Litardo, Fafo Gavilánez y Daniel Mendoza, los tres precandidatos. Tres representantes de otras tantas tendencias que pugnan por el control del bloque. Las imágenes, en las que Elizabeth Cabezas ni está ni se la extraña, circularon en las redes sociales como un símbolo de unidad poco convincente.
Mientras tanto, con sus ases bajo la manga, las demás bancadas esperan. En algo coinciden todas: ha llegado la hora de que un no oficialista presida la Asamblea Nacional. Desde el correísmo a los socialcristianos, pasando por CREO, SUMA y el BIN, la idea de un Legislativo gobernado por un representante de la oposición es la primera opción sobre la mesa. Al fin y al cabo, todos los bloques, sin importar el número de sus integrantes, se encuentran en igualdad de condiciones: ninguno tiene mayoría por sí solo y todos están obligados a hacer alianzas. O consiguen un candidato de consenso o deberán contentarse con la (nada desdeñable) capacidad de bloqueo.
En estas circunstancias, resulta natural que aquellos legisladores que andaban sueltos o desavenidos con sus respectivas bancadas empiecen a juntarse para afrontar en bloque las intensas negociaciones que se vienen, en especial para el reparto de las comisiones. No es una casualidad que los siete de José Serrano hayan esperado hasta estas fechas para dar el campanazo de su grito de independencia.
La semana pasada, ninguno de ellos asistió a la reunión en Carondelet. Y continúan tensando la cuerda. Mientras tanto, en esos mismos días, otro pequeño bloque se conformaba, juntando a varios disidentes de CREO con los restos del derrumbe del BIN: ocho asambleístas en total, un número que puede ser determinante en una Asamblea atomizada. Entre ellos, la figura de Eliseo Azuero, cuya firma aparece muy discretamente en el séptimo lugar en el documento de constitución oficial, parece esperar su oportunidad pacientemente.
CREO, de su parte, baraja dos precandidatos. Su coordinador de bancada, Homero Castanier, y su representante en el CAL, Patricio Donoso, expresan las dos tendencias de ese bloque, la primera más intransigente frente a las políticas del gobierno que la segunda. Por el bloque de SUMA se lanzó también un nombre: Guillermo Celi. Los socialcristianos, en cambio, guardan en secreto el suyo (si lo tienen). Y los correístas son un mundo aparte: ningún asambleísta salido de sus filas tiene capacidad de generar consenso, pero su treintena de votos (al parecer dispuestos a sumarse a cualquiera menos al oficialismo) son una fuerza que se debe tomar en cuenta.
En los corredores se dice cualquier cosa: las posibles alianzas están en boca de todos. ¿Correístas y socialcristianos? ¿CREO y los oficialistas? Todavía es muy temprano para dar nada por seguro. Faltan dos semanas y media para la renovación de autoridades y ese plazo, aquí, es una eternidad. “Esto es como cocinar macarrones”, reconoció a EXPRESO un asambleísta de oposición: todo se decide en el último minuto. Si esto es así, toca estar vigilantes. La presidencia será de quien sepa mantener los cinco sentidos en la olla.
Fin del modelo correísta
La buena noticia: pase lo que pase con la presidencia, este 14 de mayo concluirá al fin, tras doce años de hegemonía, el modelo correísta de dominio absoluto de las comisiones parlamentarias. En la actualidad rige el reparto que se concretó en mayo de 2017, antes de la ruptura entre correístas y morenistas: de trece comisiones, el partido de gobierno se llevó doce, cuatro de las cuales quedaron en poder del correísmo cuando el bloque se partió. Hoy, el consenso es que la repartición de comisiones sea más proporcional con respecto a la representación de los partidos en el Pleno.
Cuatro comisiones para el oficialismo, tres para CREO y para los correístas, dos para los socialcristianos y una para cada uno de los bloques más pequeños. Un Legislativo más democrático se cocina para mayo. Uno en el que la cuota de poder del oficialismo se verá sensiblemente disminuida. Y donde el correísmo tendrá que ceder las comisiones clave que hoy controla: Justicia, Régimen Económico, Derechos de los Trabajadores, Relaciones Internacionales.