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Protagonista. Ana Galarza, con un envolvente discurso hecho de palo y zanahoria, ofreció la alternativa que los acusadores terminaron por aceptar.Asamblea Nacional

Ana Galarza se come vivo al PSC

Guillermo Lasso no fue censurado por la Asamblea Nacional.  Correístas y socialcristianos se conformaron con aprobar una resolución intrascendente.

Un rotundo fracaso fue la continuación del juicio político contra Guillermo Lasso, interrumpido en mayo pasado por la muerte cruzada y retomado este miércoles por disposición del presidente de la Asamblea, Henry Kronfle: después de dos jornadas enteras de palabrería, no se atrevió el Pleno a censurar al expresidente, tal como pretendían correístas y socialcristianos. Se limitó a aprobar una resolución de condena, rimbombante y verborrágica pero carente de cualquier efecto jurídico o práctico. Una resolución que constituye la aceptación tácita de que lo que se habían propuesto era ilegítimo, pues la Constitución de la República no contempla la posibilidad de someter a juicio político a un exmandatario. La salida la ofreció, con habilidad envolvente, la asambleísta de Construye Ana Galarza, auténtica vencedora de la jornada.

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La resolución consta de 81 considerandos que ni siquiera los 116 asambleístas que la aprobaron han leído ni leerán, y 6 puntos resolutivos que el secretario de la Asamblea, Alejandro Muñoz, leyó con artificiosa solemnidad, en un vano intento de conferir contenido a lo que no lo tiene. Artículo 1: manifestar que Lasso es responsable político de la infracción penal de peculado (es decir, responsable político de una infracción penal no demostrada). Artículo 2: recordar a la Función Judicial que esta resolución es emanada por el Pleno de la Asamblea (un aviso muy importante, considerando la tendencia de la Función Judicial a olvidarse de las cosas). Artículo 3: rechazar el recurso de la muerte cruzada durante un juicio político (es decir, rechazar la Constitución correísta que puso ese recurso ahí con idéntico propósito). Las tres resoluciones restantes disponen notificar al presidente, al registro oficial, a Fiscalía y a Contraloría, organismo que proveyó la información básica del juicio y que no encontró nada en ella.

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De “censurar y destituir”, que era la pretensión original del juicio, correístas y socialcristianos se bajaron a “manifestarrecordarrechazar y notificar”. En los verbos de la resolución quedó retratada la dimensión de su derrota.

El debate había arrancado la tarde del miércoles, con el socialcristiano Vicente Taiano defendiendo la constitucionalidad del propósito. Según él, aunque la Constitución no permite enjuiciar a exmandatarios, el presente juicio era legítimo pues empezó cuando Guillermo Lasso era todavía presidente. Fue Ana Galarza quien recordó que el objetivo de enjuiciar políticamente a un mandatario es su destitución, cosa impracticable cuando ha dejado de serlo. Sí, dijo ella, acariciando los ánimos de los enjuiciadores: el de Lasso fue “uno de los gobiernos más ineptos de la historia del Ecuador”. Pero no se lo puede enjuiciar. Corremos el riesgo, dijo, de que demande al Estado y obtenga una indemnización. “Lo único que falta es que un presidente tan nefasto resulte premiado”. En consecuencia, propuso una resolución de condena “para que nunca más Guillermo Lasso sea presidente”.

Kronfle

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La decisión, como ya es costumbre en esta casa, se tomó a puerta cerrada. Ocurrió la mañana del jueves: la continuación del debate se retrasó durante casi una hora mientras los impulsores del juicio decidían en privado lo que les correspondía hacer. Ana Galarza les había ofrecido una salida inocua pero digna y la tomaron: al fin y al cabo, era la única que les quedaba. No compareció Vicente Taiano a admitir su error. De hecho, nadie lo hizo en público. Simplemente, la correísta Viviana Veloz, acusadora principal, mocionó una resolución muy diferente a la que habría deseado y todo el mundo procedió como si de una gran victoria se tratara. La enjundia del secretario a la hora de leer los verbos rectores de la resolución (“ma-ni-fes-tar, re-cor-dar...”) disfrazó como pudo la vaciedad del texto y la profundidad de este fracaso.

Un Juicio que perdió norte

Aunque el juicio político tenía que ceñirse exclusivamente a la causal aprobada por la Corte Constitucional (peculado en el caso de los contratos entre Petroecuador y Amazonas Tankers), casi ninguno de los asambleístas que intervinieron en el debate se refirió al asunto. Hablaban de la inseguridad, de la migración, de la crisis... Querían censurar a Guillermo Lasso por haber sido un mal presidente.