Africa aun puede ponerse de pie

¿La luna de miel terminó para las economías africanas? Hace menos de una década parecía que sus sueños económicos empezaban a hacerse realidad. Muchos países experimentaban crecimiento del PIB y un desarrollo impresionantes. Ahora la vulnerabilidad del continente a las condiciones externas desafiantes ha demostrado lo difícil que resulta sustentar ese crecimiento. Afectado por la desaceleración del crecimiento en China, un colapso de los precios de las materias primas y un efecto colateral adverso generado por varias crisis de seguridad, el crecimiento anual general del PIB de África promedió 3,3 % en 2010-2015, apenas el ritmo de crecimiento de la población -y estuvo muy por debajo del 4,9 % registrado entre 2000 y 2008. Pero un análisis más profundo sugiere que las cosas tal vez no estén tan mal como parecen, pues algunas economías africanas han prosperado en los últimos años y además, África está experimentando una profunda transformación a largo plazo, caracterizada por un ritmo acelerado de digitalización, urbanización y crecimiento de la población en edad de trabajar, que superará a la fuerza laboral de China e India en 2034. Esa tendencia demográfica podría destrabar el crecimiento futuro al impulsar la diversificación económica, fomentar el consumo interno y sustentar la industrialización. Los países africanos de crecimiento elevado de hoy han hecho un progreso sustancial en reducir su dependencia de las exportaciones de materias primas, a favor del comercio, la inversión y el consumo interno. Y muchos países de menor crecimiento podrían emprender un camino similar. Sin duda, las empresas en África han hecho grandes progresos en los últimos años; están creciendo más rápido y generando mayores ganancias que sus pares globales. Un factor clave que limita su crecimiento es la naturaleza fragmentada del mercado africano, conformado principalmente por economías pequeñas con vínculos económicos y políticos limitados. Existen ocho zonas comerciales regionales que se superponen parcialmente, y ninguna de ellas incluye más de la mitad de los países de África. Más allá de las excesivas barreras comerciales, África padece enlaces de transporte inadecuados y límites al libre desplazamiento de las personas. Los africanos necesitan visas para viajar a más de la mitad de los países en su propio continente. El reciente lanzamiento del pasaporte de la Unión Africana es solo un paso en la dirección correcta. Un mercado más integrado permitiría a las empresas africanas crear economías de escala para competir y esto también resultaría mucho más atractivo para los inversores institucionales. La creación de un mercado de estas características debe ser una alta prioridad para los líderes africanos en su intento por desencadenar el potencial económico del continente, y sus líderes deben esforzarse por mejorar el contexto comercial pues las barreras no arancelarias siguen siendo elevadas. Algunas de estas cuestiones se podrían resolver relativamente rápido.

Con las políticas correctas, un foco firme en la ejecución y una gran dosis de determinación, África todavía puede ponerse de pie.

Project Syndicate