En una dicotomía constante. Quito llega a sus 489 años de fundación española con una relación dual en lo referente a la política. Por un lado, sus habitantes muestran escepticismo hacia ella, en parte, por el papel de las últimas administraciones locales y nacionales. Pero, por otro, el ser el epicentro de las funciones del Estado, la política está omnipresente en el día a día de la ciudad, consciente o inconscientemente.

El antecedente más reciente, las últimas elecciones generales adelantadas en las que se sintió a una población capitalina, especialmente la joven, apática de enterarse quiénes buscaban representarlos o conocer sus propuestas a través de los debates organizados por el organismo electoral, según pudo constatar EXPRESO en diversos sondeos ciudadanos.

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Para Jaime Mendoza, director de la Fundación Nueva Democracia, este es un síntoma que no necesariamente demuestra que los habitantes de Quito están dejando de lado o perdiendo el interés en la política, aunque tal vez sí, en una parte de ella: la política partidista tradicional.

El activista recuerda que existen otras formas en las que la sociedad civil y, especialmente, las nuevas generaciones se pueden y se están haciendo sentir en Quito. Por ejemplo, para luchar contra la violencia de género, defender el ambiente y otras causas sociales.

“Discrepo con eso que nos enseñan desde que somos jóvenes de que en ciertos espacios no hay que hablar de política porque genera conflicto. La realidad es que, la única herramienta de cambio que tenemos los ciudadanos se llama política”, señaló.

Según la encuesta Quito cómo vamos 2023 cerca del 70 % de habitantes de la ciudad (no solo quiteños) dicen sentir orgullo de vivir en Quito y algo más del 60 % ven a la capital como una ciudad “satisfactoria” para vivir, pese a los problemas de inseguridad y falta de oportunidades que existen, no solo en esta urbe.

Daniela Chacón, directora de esta iniciativa, considera que estas cifras dan la esperanza de que puede existir una ciudadanía en la capital más involucrada y activa en los temas del gobierno, tanto nacional como local. Sin embargo, la exconcejala de Quito no cree que los habitantes de la capital estén perdiendo su esencia política.

“No solo porque están las instituciones. Históricamente, los ciudadanos de Quito han sido altamente políticos y eso se mantiene. En el taxi, en el bus, en la fila para cualquier trámite, en las canchas las conversaciones son alrededor de la política. No hay una desconexión con la política, pero sí con el gobierno, tanto local como nacional”, considera Chacón.

Elvis Herrera, secretario ejecutivo de Izquierda Democrática, coincide en señalar que el quiteño, por nacimiento o adopción, sigue siendo muy político aunque prefiera no mostrarse como tal: experimenta una dualidad en su diario vivir.

“Llegas al partido de vóley, de fútbol y de ley hay una conversación sobre política, pero el que está conversando no se siente parte de ese discurso, se siente externo, y no se da cuenta de que al hablarlo ya es parte de la opinión política”, explicó el militante de esa organización política.

En la calle se comprueba lo dicho por los expertos. Si bien, muchos ciudadanos dicen detestar o evitar hablar de política cuando se les toca el tema se explayan en argumentos y hasta apasionamientos sobre la política. Los jóvenes dicen que si bien hablan de música, diversión o sus estudios, también se dan tiempo para analizar la situación del país y, sobre todo, los problemas de la ciudad.

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