Tras una década dedicado a la fundación InConcerto, plataforma privada de difusión y gestión musical, Simón Gangotena se sentía listo para un cambio. Sin embargo, su designación como director musical de la Fundación Teatro Nacional Sucre lo tomó por sorpresa.

¿Cómo recibió la noticia de que había sido elegido para este cargo, que permanecía vacío desde 2021?

Fue bastante inesperado. Apliqué cuando realizaron la convocatoria en noviembre, pero no tenía muchas expectativas, porque es un cargo para el que se necesita muchísima experiencia, y que venía de perder a un director emblemático.

En estas dos semanas desde que asumió el puesto, ¿qué lo ha sorprendido?

Me ha sorprendido la amplia trayectoria de los ocho elencos de la fundación y el gran trabajo que han hecho en el ámbito cultural. Hay elencos como el Ensamble de Guitarras de Quito y el Coro Mixto Ciudad de Quito que cumplen treinta años de vida artística este año.

Sin embargo, antes de venir, no entendía realmente lo que hacían los elencos, no sabía qué frentes trabajaban o cuáles eran sus objetivos.

¿Ha faltado difusión?

En general, en la música académica y nacional es necesaria la visibilización y difusión. Son aspectos importantísimos para que el trabajo que hacen se conozca.

¿Es esta visibilización lo primero que está en su lista de pendientes?

Sí. Me parece que visibilizar es lo más importante porque estamos hablando de elencos con una riqueza musical increíble, y que incluso tienen gran proyección hacia el exterior. Que se los conozca es vital para que se puedan alcanzar nuevos logros.

En este proceso, ¿qué tanto peso tiene la generación de nuevos públicos?

La formación y gestión de nuevos públicos es básico. A estos públicos inexistentes, que no han tenido un acercamiento a la música, se les debe dar la oportunidad de acercarse, que se enganchen y que se genere una relación con ellos. Que no se los trate como una masa, sino que haya una conversación continua para que se vaya consolidando la relación y logremos contar eventualmente con un público que sea fiel a lo que proponemos.

¿Se debe salir de los teatros para lograr esto?

Sí es necesario que el músico y la música lleguen a la gente. Hay conciertos que deben ser en barrios, en espacios donde no hay este tipo de manifestaciones artísticas. El espacio del teatro es visto como elitista, y hay que tomar eso en cuenta y acercarnos a la gente.

Pero ya hay años de trabajo en los barrios. ¿Qué ha fallado en la consolidación?

La falta de continuidad. La democratización es vital, pero hay que llegar con propuestas sostenidas, no que ir a La Magdalena una vez y ya, sino muchas veces.

¿Piensa implementar sus propuestas de inmediato?

No. Por ahora estoy empapándome del mapa general de cargo. Quiero potenciar la programación que ya está planteada para 2023 e ir de a poco sumando mi visión.

¿Qué incluye esta visión?

Pues creo que debe repensar la puesta en escena. Estamos en un momento en que lo visual es clave. No podemos dejar eso de lado. Debemos encontrar maneras creativas de contemporaneizar lo que hacemos y hallar una resonancia extramusical con la audiencia.

¿Cuál es su propuesta más ambiciosa para los elencos?

Poder hacer programación en un centro de privación de libertad, y que el arte llegue a fibras íntimas del ser humano