Con unos retazos de metal y de cinta adhesiva se han parchado las cabinas que sirven para aislar a los conductores de la Ecovía con el resto de los pasajeros.

Las cabinas de termoplástico y aluminio fueron compradas en 2020 por $ 109.470 y hoy, dos años después, lucen deterioradas. Según Sindel Vinueza, gerente administrativo de la Empresa Metropolitana de Transporte de Pasajeros de Quito, los desperfectos se han presentado solo en el 8 % de los 260 buses articulados o biarticulados que tiene la cabina.

Vinueza dice que no se trata de un problema de la calidad, sino del mal trato que dan los pasajeros. “Han rayado, pateado, han hecho orificios, pero las cabinas han excedido el tiempo calculado de vida útil”.

Tras cumplirse dos años, estas estructuras serán retiradas próximamente, anuncia. Sin embargo, la contratación de este servicio no ha estado exento de críticas. Las principales provienen de los propios usuarios.

“Se ven horribles porque están llenas de rayones, pero lo que preocupa son esos plásticos rotos, pueden ser peligrosos porque en algún choque pueden lastimarnos”, comenta Magdalena Toapanta, de 35 años. Ella viaja todos los días en la Ecovía, desde la estación de Río Coca hasta el hospital Eugenio Espejo.

Otras críticas, más formales, han surgido desde la Contraloría. En el informe DNA4-GAD-0001-2021, la entidad hace tres críticas puntuales sobre este contrato. Primero, señala que la empresa ganadora del contrato presentó su oferta fuera del plazo establecido, por lo que debía ser descalificada. Segundo, que el contratista tenía un vínculo con otro oferente, pues compartían el mismo número de teléfono, según sus publicaciones en las redes sociales.

“La coordinadora de adquisiciones 2, encargada, el gerente técnico encargado y el gerente general encargado tampoco realizaron un control sobre las ofertas presentadas por los participantes, que consiste en verificar la existencia de vinculaciones o conexiones con otras ofertas”, dice Contraloría.

La tercera observación es en la fase de ejecución. La Contraloría sostiene que el contratista no entregó una garantía técnica emitida por el fabricante o distribuidor autorizado.

Vinueza defiende la contratación. Dice que lo importante de la auditoría es que reconoce que la Empresa de Pasajeros compró el producto más barato y de mejor calidad.

“No se ha causado perjuicio, al contralor, lo que se buscó es calidad”, agrega Vinueza.

Sobre la presentación tardía de la oferta que resultó ganadora, la funcionaria recuerda el contexto en el que se realizó este contrato. Era mayo de 2020 y el país atravesaba una emergencia sanitaria. Según la funcionaria, lo importante era conseguir la cabina para proteger la vida de los conductores y pasajeros más que cumplir de forma rigurosa el plazo.

Sobre el cuestionamiento de los vínculos entre dos oferentes, Vinueza dice que ese trabajo no debían hacer los funcionarios de la empresa municipal, pues cuando se contrató no se había aprobado la Ley Anticorrupción. La norma crea la figura de vinculación que es la relación laboral, societaria o familiar que exista entre dos personas jurídicas, que estén ofertando en el mismo proceso de adquisición.

“Para esa fecha no había esa ley. No había la obligación de revisar eso, toda vez que es muy complejo hacerlo”.

La funcionaria dice que la Ley Anticorrupción establece que se debe crear un Sistema de Control, “porque nosotros como entidad pública tenemos acceso a una información superlimitada. Podemos ver información que está publicada en el Portal de Compras Públicas y el RUC del proveedor”.

Sobre el tercer punto, respecto a la garantía del fabricante, Vinueza dice que el proveedor fue el que la entregó, porque eso dice la Ley de Contratación Pública. Además, no se ejecutó en los seis meses que duró esa garantía.

En las próximas semanas estas cabinas serán desmontadas, ya que el Gobierno ha dado por superada la pandemia del coronavirus. Además, las unidades ya operan a más del 100 % de su aforo.

Para Gladys Reinoso, esta noticia es positiva. “Estas cabinas robaban espacio para la gente. Había dos asientos para los pasajeros que se perdieron. Además, no había ni cómo preguntar nada al conductor”.

En los articulados, la cabina tuvo que montarse sobre el asiento, ocupando la mitad de este, por lo ese espacio es usado hoy para llevar mochilas, colocar a niños o mascotas.

Tras el informe de la Contraloría, la Empresa de Pasajeros señaló que ha acogido las recomendaciones e implementado nuevos mecanismos para mejorar la transparencia de los procesos de contratación.