Vivir sin alcantarillado o contar con el servicio a costa de contaminar los ríos próximos con las aguas residuales es una realidad que enfrentan los habitantes de las parroquias rurales de Quito, ante la falta de plantas de tratamiento.

En el Distrito Metropolitano hay 139 quebradas y 18 ríos. Muchos con un serio nivel de contaminación ambiental provocado por las aguas servidas, basura y otros desperdicios que van a parar hasta allá.

Según la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), este tema es complejo, pero sobre todo costoso. Para dotar de plantas de tratamiento a los sectores así programados, las autoridades contemplan la ejecución de un proyecto de 300 millones de dólares para dar el debido tratamiento a los desechos y recuperar los ríos y quebradas.

“Lamentablemente, a los ríos aledaños se dirigen los desperdicios que se mandan por las alcantarillas, pero estamos trabajando para mermar el impacto, a más de mejorar el sistema de alcantarillado con interceptores con mayor capacidad receptiva para unificar el número de descargas que se hace”, dijo Irina Moncayo, subgerente de preinversiones de la Epmaps.

(También puede interesarle leer: Emergencia ficticia: una salida para dar contratos millonarios)

Según datos que reveló esta cartera municipal, se conoció que el Machángara, San Pedro, Monjas y Guayllabamba son los ríos más sucios de la capital. En el caso de este último, Carlos Guanotasig da fe de ello porque vive en la parroquia bautizada con este nombre, donde hace unas semanas se lleva a cabo el cambio del sistema de alcantarillado que data desde hace 60 años y ya colapsó un par de veces, ocasionando inundaciones en la zona céntrica de la parroquia.

“Nos ha tocado vivir con la hediondez toda la vida y el olor es muy fuerte en verano, que es la mayor parte del tiempo en que pasamos. Ahí, el agua se seca y al caer todos los desechos orgánicos al río, estos apestan más. Esto afecta a la salud de la gente, a quienes cultivan y a los negocios. Esperamos que nos atiendan y ayuden a reducir esta suciedad”, pidió.

En Quito hay 35 plantas, entre pequeñas y grandes, a donde llegan los residuos captados por el sistema de alcantarillado. La de mayor capacidad es la que está en Quitumbe. Aquí se procesan 108 litros por segundo.

Pero en Guayllabamba, El Quinche, Checa y otras ruralidades no existen estas instalaciones de tratamiento.

Raúl Gordón, presidente del Gobierno Parroquial de Guayllabamba, contó que los ríos Coyago y Quinche son puntos de desfogue del alcantarillado y que esto ya genera malestar e incomodidad en los habitantes de barrios como La Concepción, Cusubamba y La Comuna, debido a la hediondez que se desprende de los afluentes.

“Durante seis décadas vivimos así. Desde la Epmaps ya están haciendo estudios para remediar esto y nosotros estamos atrás para que nos den una planta de tratamiento, pero primero necesitamos contar con esos resultados para saber qué hacer y si no nos dan respuesta, acudir a organismos internacionales para recibir apoyo económico”, expresó.

Al respecto, la subgerente de Preinversiones de la Epmaps manifestó que todavía está en proyectos dotarles de este beneficio. “La planta de tratamiento para Guayllabamba está considerada entre los años 2033 y 2035. El proyecto que mencioné anteriormente podría arrancar en unos ocho años, pero será para el sur, centro y centro norte de Quito. Para las parroquias de El Quinche y Checa ya hay diseños definitivos y el financiamiento con el Banco Interamericano de Desarrollo. En el 2024, ellos ya contarán con su planta”, finalizó la funcionaria.