Tres años de herencia

'Usar como escudo de la falta de determinación gubernamental el legado de deudas del anterior gobierno deja entrever la nula gestión del actual, durante tres años, para enderezar esa herencia’.

En julio de 2017, con apenas dos meses de gobierno renovado, comenzaron los reproches a la deuda recibida, a que era mucho mayor de lo esperado. Casi tres años de gestión después, esa herencia, o mejor dicho, la ausencia de la misma, sigue siendo el escudo gubernamental con el que se justifican la falta de movimiento y de determinación del Ejecutivo para solucionar problemas nacionales. El Estado, vienen a decir ahora, no tiene “ni un centavo” para una crisis sanitaria que ya se vaticina -muy generoso ha sido el FMI con el pronóstico- derivará en un batacazo económico. No hay dinero porque el anterior gobierno se lo gastó y dejó una deuda inabarcable. 

¿Y para qué han servido los tres años de mandato? No ha sido el correísmo el que ha ido dando bandazos con sus aliados políticos y ha caído en tal bloqueo de apoyos que no es capaz de aprobar ni los presupuestos generales sino por ministerio de la ley. En tres años, ha habido varios intentos de reforma, con mejor y peor trabajo de socialización y con mejor y peor ambiente de consenso, y, sin embargo, no se ha resuelto ninguno de los problemas estructurales que sufre la economía nacional. Esa herencia de país, como pasa en los legados particulares, una vez que se acepta, se vuelve responsabilidad del legatario.