Editoriales

Ya suena a viejo

Que los medios son una mafia. Que la prensa es corrupta. Que no publican irregularidades sino hacen linchamiento mediático. Que los periodistas son el mayor enemigo. Que tal redactor es un sicario de tinta. Ya aburrió. Ya no cala esa cantinela. Tras años de escuchar las mismas proclamas, lo único que ha quedado evidente es que tratar de desacreditar al mensajero, al que descubre las mañas de los poderosos, no es más que una estrategia de encubrimiento. Lo saben ellos y lo saben ya todos.

Esas modas de hacer política, desde lo nacional hasta lo municipal, están degastadas. Todos saben que es un mensaje viciado para desviar la atención y emponzoñar a la opinión pública. Algunos y algunas lo siguen haciendo desde sus púlpitos digitales, extranjeros y locales, pero es revelador leer los mensajes que reciben: “Que respondan a las denuncias”. Nada más contundente que eso.

Y si quieren imponer su narrativa, a sabiendas de que es irreal, no hay espacio en los medios para engañar a los ecuatorianos. No les queda otra, si insisten en tergiversar los hechos con sus verdades ‘oficiales’, que aplicar su propia receta: a quienes criticaban su gestión, les decían que ganen unas elecciones. Pues eso, si quieren publicar sus mentiras, funden un medio.