La región del descuido

Ciertamente el clima interandino contribuye con el verdor, pero lo que realmente marca la diferencia es el descuido notorio de los pueblos costeros

Los poblados que el turista atraviesa al viajar por la Sierra causan grata impresión. En la mayoría, sus calles están limpias y cuentan con aceras y bordillos, y las edificaciones en general están bien tenidas. No ocurre lo mismo con las poblaciones de la Costa, tanto del campo como de la playa. En ellas se destaca la falta de limpieza y de orden, la ausencia de veredas (sobre todo en la Ruta del Spondylus) y la abundancia de lodo y charcos. Ciertamente el clima interandino contribuye con el verdor, pero lo que realmente marca la diferencia es el descuido notorio de los pueblos costeros. Sus autoridades no se preocupan por dotarlos de la infraestructura requerida para brindar los servicios básicos y tampoco establecen ordenanzas que contribuyan con un desarrollo urbanístico y arquitectónico que permita el embellecimiento de las pequeñas ciudades, comunas y recintos de la región, ni de los balnearios más grandes, que se promocionan incluso internacionalmente.

El turismo extranjero valora enormemente las playas vírgenes que aún existen en el país y que deben ser preservadas en ese estado, pero no así los centros poblados, que deben contar, inexcusablemente, con alcantarillado, agua potable, baños públicos, orden, limpieza, seguridad y vialidad en óptimo estado.