Un brindis salarial

Renunciar a la mitad de sueldo sería para cualquier trabajador un golpe al bolsillo. Las altas autoridades parecen no experimentar cambios drásticos en su nivel de vida, cuando antes, como ahora, renunciaban a parte del rol.

Renunciar a la mitad del sueldo. El presidente y sus ministros. Se tardó casi un mes, desde el anuncio, en emitir un decreto con la medida más efectista que efectiva hablando en términos de reducción de gasto. Sin embargo, rápido se maniobró para matizar ese solidario gesto presidencial de empatía hacia sus mandantes y convertirlo en una medida aún más superficial para las arcas públicas. Pasó de reducción a donación.

Por un lado, eso significa que el monto total sigue presupuestado y que la mitad irá a algún destino mejor. Pero el gasto público no baja. Por otro, aunque hubiese sido una reducción salarial que desencadenase un recorte salarial en cascada en todas aquellas otras autoridades que no pueden tener mayor remuneración que el presidente, ese recorte sería igualmente un brindis al sol frente a las necesidades fiscales de grandes ajustes en el país.

Lo más preocupante, en realidad, no es si la renuncia salarial repercutirá mucho o poco en la economía nacional. Lo inquietante es la comodidad con la que autoridades que viven con un sueldo que no llega a más de 5.000 dólares -holgado pero tampoco opulento- encajan el recorte. Ocurrió en gobiernos anteriores también. No se ve a los generosos donadores hacer malabares para ajustar su tren de vida.