Defensa del voto nulo

Votar nulo, cuando hay -es un supuesto teórico, claro está, claro está- tantos ineptos o pillos en las papeletas no solo es un derecho. Es una obligación...
Votar es un derecho mucho más potente de lo que solemos pensar. Es una de las garantías que más esfuerzo y dolores le costó a la condición humana. No lo olvidemos: las tres cuartas partes del planeta tienen menos de un siglo ejerciendo su derecho a votar… pese a que, como supuesta civilización, llevamos más de 5.000 años de historia. Aún hoy, siglo XXI, hay decenas de países donde no se puede elegir o hacerlo no sirve para maldita sea la cosa. Preguntar en Cuba, China, Venezuela, Irán, Nicaragua…
A pesar de su rotunda importancia, lo hemos desvalorizado. Nuestra conciencia ciudadana, en general muy pobre, nos lleva a creer que votar es hacernos acreedores a un papelito que nos evita pagar una multa o nos permite hacer trámites. Estamos equivocados.
Votar es elegir a nuestros representantes. Nu-es-tros. Técnicamente ellos son una prolongación de nuestra voluntad: el voto es un poder mediante el cual los autorizamos a que gobiernen en nuestro nombre. Y, por tanto, en nuestro beneficio.
Así debería ser, pero no siempre es así. Si lo vemos en perspectiva, llevamos tan poco tiempo votando que aún no afinamos bien ese derecho, nos falta experiencia. Y, como se sabe, la experiencia suele desayunar tropiezos, errores, derrotas…
Si votar exige del ciudadano un creciente grado de responsabilidad, ¿qué pasa si está convencido de que ninguno de los candidatos cumple mínimos estándares de capacidad y honradez? ¿Cómo podría justificar ante su conciencia el entregar su poder a quienes no dan la talla? Pues votar nulo.
Votar nulo tiene muchos detractores: lo señalan como un modo de desentenderse de obligaciones y no asumir el riesgo. O lo ven como un saludo a la bandera porque no evita que uno de esos impresentables candidatos sea finalmente el elegido. Respetable.
Pero erróneo: votar nulo es un acto afirmativo. Las sociedades que crecen lo hacen a partir de quiebres que desbrozan caminos. Poco a poco. Votar nulo, cuando hay -es un supuesto teórico, claro está, claro está- tantos ineptos o pillos en las papeletas no solo es un derecho. Es una obligación. Y un mensaje. Llegará el día en que ese mensaje sea la mayoría…